1. Celebraciones familiares 2: El cumpleaños


    Fecha: 07/05/2018, Categorías: Infidelidad Autor: roberxl, Fuente: RelatosEróticos

    ... anda. Tú me vas dando eso de ahí y así no tengo que estar subiendo y bajando de la escalera.
    
    Debería haber ya unos 20 grados de temperatura en la casa. Carla llevaba puesta la misma falda colegial, las mismas medias de algodón y la misma sudadera azul marino que unas horas antes. No era un trabajo de sudar pero con la calefacción y tanta ropa estaba sudando, de modo que pronto se quitó la sudadera. Me dirigió una sonrisa, ya que debajo llevaba una fina blusa de marca con un generoso escote.
    
    Llevábamos media hora o más colocando burlete, y Carla se iba poniendo descarada. Se acercaba poniéndose justo debajo para enseñarme las tetas haciéndose la despistada. ― Condenada cría―pensé. Yo seguía a lo mío tratando de ignorarla, reclamando lo que me iba haciendo falta: lija, cinta, tijeras, etc. Los rollos de burlete estaban en el suelo y al agacharse Carla no doblaba las rodillas, así que se le subía la falda por detrás. Lo hacía aposta, obscena y juvenil, se daba perfecta cuenta de que me mostraba medio muslo. Me percaté de que se me estaba poniendo dura de nuevo. La cosa se estaba poniendo fea, así que decidí alejar el peligro.
    
    ― Gracias Carla, ya puedes irte, yo termino.
    
    ―No, me quedo. ―respondió con seguridad.
    
    ― No seas mala. ―la reprendí.
    
    ― No soy mala. Es que me aburro. ―Carla se sentía atractiva y poderosa. Le divertía provocarme.
    
    Involuntariamente me la imaginé desnuda sobre la cama, con las piernas bien separadas frotándose intensamente el coñito, con ...
    ... un pezón entre sus dedos y gimiendo con la boca abierta. No pude evitar mostrar mi sorpresa por su decisión de quedarse allí, pero yo no estaba dispuesto a permitir que una cría de riera de mí. Hasta ahí podíamos llegar. Aunque yo nunca he sido de esos a quienes les gustan las jovencitas, como se suele decir, “A nadie le amarga un dulce”. En realidad no era justo que se divirtiera sólo ella. Por eso reté a la muchacha para saber hasta dónde estaba dispuesta a llegar. Carla me estaba mirando complacida e insolente, la verdad es que tenía unas tetas bonitas… como corresponde a una muchacha joven.
    
    ― ¿Es que tienes calor, Carla?
    
    ― Sí, un poco.
    
    ― Pues quítate las bragas ―la desafié burlón mirándola a los ojos.
    
    ― ¡Puff! ¡Ja! ¡Ja! ¡Ja! ―se rió sorprendida.
    
    ― Veras que fresquita. Además, nadie se dará cuenta. ―bromeé.
    
    Entonces ocurrió. Yo no esperaba que Carla hiciera lo que yo le había pedido. Pero tras mirar al final del pasillo, Carla metió las manos bajo su falda y se bajó las bragas.
    
    ― Ten―me dijo sostenido en mis narices sus braguitas, que colgaban de su dedo índice.
    
    Se las arrebaté rápidamente y tras un intercambio de miradas desafiantes le di un trapo y le ordené que se subiese a la escalera. Carla se había pasado de la raya.
    
    ― Limpia los cristales. Que tú madre se lleve una sorpresa.
    
    Enseguida comencé a acariciar el interior de sus muslos mientras la muchacha pulverizaba limpiacristales. No había tiempo que perder, así que pase dos dedos por su ...
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