1. En navidad también se coge


    Fecha: 14/05/2018, Categorías: Sexo con Maduras Autor: ámbar coneja, Fuente: CuentoRelatos

    ... entera.
    
    Lo próximo que recuerdo es a Daniel sentado en mi cama y a mí sobre él, recibiendo su pija en mi concha y la poronga de Ricardo en la boca. Esa vez sí me dio su leche mientras me sacudía para que cabalgue más fuerte a su hijo, me juraba que me iba a hacer el orto y me pellizcaba los pezones sin contemplaciones. Ninguno de los dos usaba forros, y eso me calentaba mucho más.
    
    El guacho no paraba de gritarme que me iba a hacer un bebito, y que después los dos me cuidarían en su casa.
    
    Luego me arrodillé en la cama, desnuda y toda chivada, le mamé un rato la verga a Daniel mientras el viejo me pajeaba, y hasta me atreví a lamerle el culo. Ahí el pibe no supo contenerse más. Me acabó en las tetas, porque no llegué a tocarla siquiera con mis labios. Fue mucha leche, y eso pareció motivar otra vez al tipo.
    
    Daniel se sentó en el suelo a pajearse después de que mi boca le limpió las últimas burbujitas seminales, y Ricardo me tiró boca abajo en la cama.
    
    ¡Ahora cagaste guacha, no te salva nadie putita reventada!, dijo al tiempo que su cuerpo se encimaba al mío, sus manos se acoplaban a mis caderas y su pito precioso entraba en seco en mi conchita resbaladiza. No puedo describir la cantidad de orgasmos que ese degenerado tuvo la amabilidad de regalarme. Me cogía sin pausa. Me asfixiaba con una mano, se movía y jadeaba extasiado, arañaba mi espalda con sus uñas, me arrancaba el pelo y me abría la boca para que le babee o le muerda la mano.
    
    Cuando el pibe se ...
    ... levantó decidido a que le mame la pija, en cuanto mi lengua la rozó, Ricardo me cogió con más vehemencia todavía, enloqueciendo a cada latido de mi clítoris con lo que decía:
    
    ¡tomale la lechita perra, dale, qué apretadita tenés la concha pendeja, me parece que hay que cogerte más seguido, dale nenita, comete toda esa pija, que yo ahora te voy a culear toda!
    
    En eso el muy astuto se sienta conmigo sobre su falda, me abre los cachetes del culo y me pajea con todo, sabiendo que no en mucho tiempo más la pija de su hijo volvería a fecundar mi garganta.
    
    ¡te voy a hacer el culo pibita sucia!, me gritó en el oído, y entonces sentí el empellón de su glande en mi ano como una puñalada. Grité, le mordí un dedo cuando intentó callarme y, creo que hasta se me cayeron unas lágrimas.
    
    Pero yo misma le di tranquilidad cuando le dije sin pensar:
    
    ¡dale guacho, que ya me hicieron la cola muchas veces!
    
    El viejo se sostuvo de mis dichos y comenzó a hacerme saltar sobre su pubis con su pija bien adentro de mi culo. Tuve ganas de hacer pis de nuevo, y se los expresé. Con la birra siempre me pasa lo mismo!
    
    Daniel se paró en la cama para que mi boca no se olvide de lengüetearla, escupirla y absorber cada milímetro de su tronco, y el viejo me incitaba a más.
    
    ¡meate si querés, pero dame todo ese culito putita, hacete pichí pendejita, cogé así, no pares nena, te gusta cómo se te abre la cola?!
    
    En cuanto empecé a sentir que esa poronga se ensanchaba, que sus movimientos eran más ...
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