1. (2) Recuerdos


    Fecha: 16/05/2018, Categorías: Incesto Autor: Caminante, Fuente: CuentoRelatos

    ... cuerpo desnudo.
    
    - Supongo que sabrás que existen formas de acercar imágenes y con un simple 55/250 mm, puedes conseguir buenas fotografías.
    
    - ¿Qué sabes de fotografías?, quizá me interese.
    
    - ¿Qué es lo que quieres?
    
    - Algo que rompa, tengo una web en la que desnudo mi alma, escribo lo que pienso y lo que siento, de esa forma me quito la basura residual que dejan los traumas psíquicos, incluso mis carencias. Tengo muchos seguidores y gano unas monedas.
    
    Me dejó perplejo, me parecía una niña. Y leyó mi mente.
    
    - Tengo 17 años, y dentro de tres meses y doce días seré una vieja.
    
    - ¿Y esto a que viene? – Pregunté en mi defensa.
    
    - Ventura habla y yo escucho aunque no lo parezca, y mis padres dijeron de conocerte cuando os dieron el trofeo.
    
    Sorpresa, Ventura es el apellido.
    
    - ¿Por qué?
    
    - Pensaban en mí, a mis padres no les gustan mis amigos, todos beben y se emborrachan los fines de semana, puentes incluidos, yo me emborraché una sola vez ¿Y tú?
    
    - No, nunca me emborraché, y apenas bebo alcohol, tengo que conducir y además es que no tengo esa afición, el alcohol es una especie de empuje que precisan algunos, lo que llaman soltarse el pelo. ¿Te buscan pareja?
    
    - Algo así, ellos no se dan cuenta que la hija han concebido, es bajita, no tiene tetas y es peluda.
    
    Su gesto cambió, y una arruga ocupó su frente, vi cierto complejo pero supe cual.
    
    - Yo no te veo así.
    
    Me miró largamente, pensaba.
    
    - ¿Me harías una foto, con mi móvil?
    
    - Sí, pero ...
    ... si nos pillan ¿Qué te pasaría?
    
    - No creo que vengan, mi madre me ha aleccionado, por tanto ella verá bien que tarde en volver a la cocina.
    
    - Pues no perdamos más tiempo – Sentencié.
    
    Sacó de su bolsillo un Smartphone, conectó la cámara y me le entregó. Se quitó la ropa deprisa, mirándome con gesto decidido, tampoco asomó rubor alguno en sus mejillas y una vez que su ropa estuvo encima del balaustre de la ventana, separó las piernas ligeramente mirándome desafiante.
    
    - ¿Qué ves? – Su tono era dominante, exigente.
    
    - ¿Me puedo acercar, más? – Respondí despacio.
    
    - Puedes.
    
    Me acerqué despacio, y muy cerca de ella la imité, me quité la ropa. Su mirada no cambió ni su gesto. Desvió la mirada hacia la puerta.
    
    - ¿No cierras la puerta?
    
    - No, corramos ese riesgo.
    
    Sus poros me dijeron algo.
    
    - Hueles raro – Dijo empleando un tono conciliador.
    
    - Y tú hueles a imán metálico – Respondí en su oído.
    
    - No entiendo lo de metálico – Respondió tragando saliva.
    
    - Para hacer esa fotografía, preciso de que nuestros cuerpos se acepten, piensa un poco, ¿tu desnuda el fotógrafo vestido?
    
    - No comprendo.
    
    - Tú sin escudos y yo con ellos alzados – ¿Lo entiendes ahora?
    
    - Un poco.
    
    - Armonía. Y la armonía precisa de entrega, y es cuando se forma equilibrio.
    
    Mi cadera rozó la suya y le hablé al oído.
    
    - Debes aceptarme, piensa que me gusta tu cuerpo, y mucho más ese campo de trigo que cubre el monte de venus.
    
    Su respiración se aceleró.
    
    - Cierra la ...