1. Mi hermana Julia - 3 -


    Fecha: 21/05/2018, Categorías: Incesto Autor: Anónimo, Fuente: SexoSinTabues

    Tras haberse sincerado Julia la noche anterior, en relación a su actividad sexual con Manolo, yo escrutaba al detalle el comportamiento que mi hermana mantuvo después conmigo. No cambió de forma radical su manera de tratarme. Sin embargo, en los días que siguieron noté que Julia prefería esquivarme. Procuraba no coincidir conmigo en los mismos lugares de la casa y si era yo el que entraba en alguna habitación donde estaba ella, no tardaba mucho en irse a otro sitio, empleando cualquier pretexto, por nimio que fuera, y su trato conmigo se fue reduciendo a tan solo lo imprescindible. Se hizo superficial e impersonal. Supuse que su mente estaría asumiendo con dificultad todo lo ocurrido el sábado pasado, y su ética personal la estaría reprochando, en alguna medida, su conducta hacia mí. Julia podría estar pensando que no debíamos seguir por ese camino. Hablábamos muy poco y la vida en casa volvió a ser muy aburrida y rutinaria. Levantarnos; prepararnos el desayuno; salir pitando al insti -estaba ya mediando Mayo y se acercaba el fin de curso a toda leche-. Nos faltaba el arreón final y había que espabilar. Vuelta a casa; comida y hacer las labores domésticas. Tiempo de repaso y tareas escolares. Tampoco nos sobraba tiempo, precisamente. El insti me relajaba bastante. En clase tenía algo a lo que estar muy atento. Además, el resto de los compañeros me hacían olvidar los pensamientos que en casa me atosigaban. Los descansos en el patio eran un vivero de distracción. Se comentaba ...
    ... y opinaba de todo y sobre todo: los resultados deportivos; las últimas novedades musicales; los propósitos de cada uno cuando terminara el curso -quedaba poco más de un mes-, en fin; todo aquello que nos ocupa y nos preocupa a los quinceañeros. Por otra parte; Julia deambulaba con su grupo inseparable: Mónica, Celia, y algún chico más. Reían desenfadadas, y Julia se mostraba alegre y guasona; para no perder la costumbre. No era la más guapa del grupo, ni menos aún del insti, pero tenía un algo indefinible que le hacía caer bien a casi todos los que se acercaban a ella. Algún que otro moscón a su alrededor, -de esos nunca faltaban-, pero sin que los hiciesen demasiado caso. Ellas seguían a su rollo y, además, tanto Mónica como Celia tenían ya un ligue, más o menos serio, y pasaban bastante de los advenedizos. Yo, con mi grupito de chavales inexpertos, nos dedicábamos a comentar lo buenas que estaban las chavalas, sobre todo las mayores, y nos hacíamos ilusiones de conquistar alguna, sin reparar que no estaban al alcance de ninguno de nosotros; más bien: eran inalcanzables. Pero, ¿qué le íbamos a hacer? Las de nuestro curso no nos hacían ni puto caso, como se suele decir, porque estaban obsesionadas con los más mayores, y las de los cursos inferiores a nosotros nos parecía que solo eran unas crías. Así que no nos quedaba otra que contemplar a aquellas que estaban fuera de nuestras posibilidades y soñar con ellas. Joder, qué edad más triste la nuestra. A medio camino de todo. Ni ...
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