Mi hermana Julia - 3 -
Fecha: 21/05/2018,
Categorías:
Incesto
Autor: Anónimo, Fuente: SexoSinTabues
... jóvenes ni adultos. En el puto medio. Luego, en casa, volvía mi obsesión sobre cómo conseguir a mi hermana. Era eso: una obsesión. Imaginar ahora a Julia haciéndole una paja a su novio, o sola haciéndose deditos, ya no me causaba el mismo efecto que los primeros días. Necesitaba renovar los estímulos con que seguir alimentando mis fantasías eróticas sobre ella. Por la noche la oía suspirar en su habitación, a la vez que se masturbaba, y por las mañanas otro tanto de lo mismo. Yo aguzaba mi oído tratando de no perder uno solo de sus gemidos; vivía pendiente de su actividad sexual, o de lo que yo imaginaba era su actividad sexual, aunque quizá no lo fuera. Menos mal que me quedaba mi pasatiempo favorito. Las braguitas de mi Julia, que me seguían pareciendo tan fascinantes como el primer día. Mis corridas sobre ellas, oliendo el flujo vaginal de su chochito, seguían siendo absolutamente salvajes. Sospeché que Julia se estuvo masturbando a diario durante los días posteriores a nuestra última conversación. Quizá su actividad sexual con Manolo se estuviera ralentizando y debía darse satisfacción en casa, o habría alguna nueva circunstancia de otra índole que la excitase mucho, porque sus braguitas estaban cada día más empapadas y su olor era más penetrante y delicioso para mí. Como sus masturbaciones eran muy ruidosas, no tenía duda de que Julia era consciente de que yo lo oía todo. Eso me dio por pensar que Julia lo hacía exclusivamente para excitarme; que se masturbaba sin ningún ...
... recato, a sabiendas de que yo la oía a través del tabique y pretendía “castigarme” por haber intentado penetrar tanto en su intimidad. Por la noche Julia me “calentaba” con sus gemidos y durante el día pasaba olímpicamente de mí. Casi diría que me ignoraba. Era una tortura. Me estaba pasando factura por lo sucedido y bien cara que yo la estaba pagando. La tarea de recoger la ropa, llevarla al cuarto de lavar, clasificarla y poner la lavadora, era sin duda mi quehacer favorito. Siempre me masturbaba en aquel cuarto. Usar luego las bragas de Julia para recoger toda la leche vertida y limpiar con ellas a conciencia mi polla dura y palpitante, era lo que más me gustaba. Me encantaba hacerlo. Aquel pasatiempo llegó a convertirse hasta tal punto en una rutina indispensable para mí, que casi estuvo a punto de arruinar toda mi obra. Cada día, después de levantarme temprano, empezaba a hacer las cuatro cosas de casa que me fueron asignadas por mis padres. A Julia ya le tenía controlado el horario y la rutina; se levantaba, iba al baño, se duchaba y bajaba a desayunar. Yo aprovechaba ese tiempo en el que ella estaba en el baño para recoger la ropa sucia de casa, incluyendo su ropa, y me encaminaba hacia el cuarto de la lavadora. No había nadie en casa, así que allí realizaba el ritual de cada mañana con las braguitas que Julia acababa de quitarse, y después continuaba como si tal cosa hasta que ella bajaba a desayunar. Todo era muy perfecto y normal pero, claro; esa felicidad no podía ...