1. Entrenando a mi cachorro


    Fecha: 25/05/2018, Categorías: Zoofilia Autor: MonicaMarquez, Fuente: SexoSinTabues

    Todos alguna vez hemos sentido ese remordimiento o no sé cómo le quieras llamar al sentimiento de culpa al ser descubierto haciendo algo no tan normal ante la sociedad, como ustedes lo cataloguen depende de cómo vean el mundo. Por fin después de algunos días de mi encuentro zoofilico casi fallido, días en que por cierto mi inconsciente no dejaba de recordarme lo hermoso de ser poseída por un ser de otra especie y que por cierto les cuento que siempre he considerado como algo por demás lindo relacionarme y compartir experiencias sexuales con algún animal. (Los perros son mi animal predilecto) Para mi nada supera esa sensación de sentir las penetraciones y la fuerza de un macho canino. Les podría decir que hasta para esto existe al amor entre humano y animal. Con esta ideología, me sigo convenciendo de que las personas que gustamos de esto no somos tan normales como el resto de la sociedad pero tampoco somos malas personas, somos diferentes por no tener tabúes y disfrutar de lo que queremos, eso sí. El periodo al que llamo entrenamiento se trató de días cotidianos como otros, la situación no estaba tan sencilla que digamos pero la fórmula que use para no dejar que me afectara fue ser como "un agujereado colador" es decir, a nada le tomaba más importancia más que a mi plan de convertir a mi Kevin (así se llama mi perro labrador) en un completo semental para mí. Él y yo ya éramos muy buenos amigos pero sabía que si quería algo más de él, debía ayudarlo a pasar esa línea ...
    ... conmigo, a sembrarle confianza en su ser para que en las ocasiones correctas pudiera desenvolverse como un amante y así verme como su igual, ya no tanto como su ama y por qué no como su inferior, como su hembra. Era la plenitud de mis 17. En los días en que asistía al colegio, mi retorno estaba acompañado de una grata bienvenida de Kevin, el cual me movía la cola y era más que notable su alegría de verme. Puedo agregar que a todas horas él estaba conmigo, jugaba conmigo y los fines de semana salíamos a dar paseos o a correr largas distancias por el parque cercano o la playa. Las lecciones diarias de entrenamiento iban algo lentas pero muy efectivas; el ya reaccionaba a mis llamados, bastaba decirle siéntate para que el obedeciera. Con cada tarea bien hecha lo premiaba con algún trozo de comida u otra cosita. Mis padres decían que le entregaba mucho tiempo, que se notaba cuanto lo amaba y que ahora si mi padre había hecho un gran trabajo al regalármelo. Solo diré que al darme a quien sería mi amante y amigo él ya se había ganado un pedacito de cielo ya que me hacía muy feliz. He leído en ciertos lugares que hay quienes se preguntan como una mascota acostumbrada a montar su ama(o) no lo haría en cualquier lugar por instinto, es sencillo, para eso y más sirve el amaestrarlo y si lo haces bien el será obediente o lo que quieras. En mi caso, para evitar eso, ahora que ya tenía un poco de juego ganado con él, las órdenes comenzaron a cambiar de rumbo y las bases ya estaban bien ...
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