1. Confidencias 23 Mi anito para Dulce y Eduardo


    Fecha: 26/05/2018, Categorías: Gays Autor: Alvaro-L-de-H, Fuente: SexoSinTabues

    ... comenzar con el espéculo. El que había hablado era el joven, o sea, el que me había metido el dedo. Sentí vergüenza y me sonrojé notando a la vez el frío de algún objeto metálico en la puerta del culo y lo cerré apretando. -Relájate, haz un poco de fuerza, como si fueras a defecar. Obedecía y comenzaron a salirme una serie de sonidos, peditos del aire que expulsaba envuelto en restos de semen. Mis colores aumentaban y sentía arderme la cara, avergonzado de que el doctor joven y guapo estuviera presente viendo el humillante espectáculo. Al final metieron lo que fuera dentro de mí, sentí que el culo se me estiraba, como si me fueran metiendo una gran verga en el ano que además se fuera ensanchando. -No tiene heridas, esto está bien aunque lacerado, no es grave. -Recoge una muestra del semen que tiene para el laboratorio… Rozaban con un objeto en el interior del ano. -Un poco más… Pidió el doctor mayor a la persona que lo estuviera recogiendo. Así era su conversación hasta que comenzaron a realizar la operación inversa para retirar el aparato y comencé a sentir alivio al poder cerrar el culo cuando el objeto salió. -Límpialo y aplícale cicatridina, será suficiente… Ordenó el doctor mayor. -Sí doctor… Y ahora respondía la enfermera. Luego me extrajeron un tubito de sangre, querían analizar si hubiera algún posible contagio. Cuando Eduardo llegó todo había terminado. Primero vino a darme un abrazo aunque no podía disimular su cara de enfado y preocupación. Su amigo el doctor ...
    ... mayor le explicaba que no tenía nada grave, ni leve, que mi ano era muy flexible y se recuperaría enseguida; las muestras que habían recogido para analizar y que conservaba el semen por si deseábamos presentar una denuncia. Se hablaban con mucha confianza, como si se conocieran de siempre, también con el joven doctor que no dejaba de mirarme logrando ponerme nervioso, y los invitó para que fueran a su casa a comer algún día, resultó curioso que al invitarlos nos miraba a mí y al joven doctor alternando, luego le preguntó por su esposa y madre del más joven y ya nos despedimos. El joven doctor me miraba fijamente a los ojos cuando le tendí la mano para marchar y logró que se me subieran los colores otra vez. No sabía lo que me sucedía al mirarle y me gustaba sentirme acariciado por su mirada. -Espero volver a verte cuando vayamos a comer como quiere Eduardo. No supe que responder, solo le miré con timidez. Habían cambiado de coche y ahora estaríamos aislados de Damián que, al verme sonriente al acercarnos a él, dejó de lado su cara asustada, quizá pensaba que algo peor hubiera resultado de la visita a la clínica. Durante el trayecto Eduardo me interrogó y tuve que explicarle todo lo sucedido, me tenía abrazado y yo escondía la cara en su pecho. -Edu, por favor, no culpes a Damián, toda la responsabilidad es mía. -Ya he hablado con él y no obedeció mis instrucciones, no tenía que haberte dejado solo con tu padre. -Él no quería hacerlo y yo desobedecí, te lo suplico Edu, me sentiría ...
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