1. Él te observa (episodio 3)


    Fecha: 27/05/2018, Categorías: Infidelidad Autor: juliomarkov, Fuente: CuentoRelatos

    Casa tomada
    
    Amanecí, sin darme cuenta, revisando videos cuyos actores principales siempre eran la verga de Daniel y el orto de su madre. No había dormido en toda la noche y ya era hora de ir a trabajar; pero en lugar de marchar hacia el estudio como en cualquier día normal, lo que hice fue quedarme encerrado en mi despacho: quería observar en directo todo lo que ocurría en casa durante mi rutinaria ausencia.
    
    A eso de las 7:30 pude ver a mi dulce Ali marcharse a la facultad. Sentí algo de alivio pues sabía que, al menos por unas horas, mi pequeña estaría lejos del endemoniado ambiente que envenenaba el aire de su hogar. A las 8:00 llegó Rosario. La recibió la pérfida Irene, quien se había levantado minutos antes. Un par de horas más tarde se levantó Daniel y ahí comenzó el espectáculo.
    
    Apenas vio a su putona madre, empezó a seguirla por toda la casa. Le besaba el cuello de improviso, le acariciaba el culo y le manoseaba las tetas a cada paso. A ella parecía encantarle, sobre todo cuando su muchacho la toqueteaba cerca de Rosario. Como si se tratara de un par de adolescentes escondiéndose de sus padres, ambos reían por lo bajo ante cada gesto erótico consumado en presencia de la vetusta criada, la cual hacía su trabajo sin sospechar lo que ocurría a sus espaldas.
    
    Luego llevaron el juego al límite: aprovechando que Rosario cumplía con sus obligaciones en la planta baja, subieron las escaleras y se metieron en la habitación matrimonial. Allí se desnudaron rápidamente ...
    ... y se arrojaron en la cama para obsequiarse un tremendo polvo matutino. El riesgo de ser descubiertos por la criada los tenía aún más cachondos que de costumbre.
    
    Comenzaron con una garchada suave de hipnótica cadencia. Ella se encontraba arrodillada en la cama con su cuerpo arqueado ligeramente hacia atrás y su cara apuntando hacia arriba; mientras él, también de rodillas, le cogía el culo a ritmo lento y sostenido, cinchándole suavemente del pelo hacia abajo para hacer que sus rostros invertidos se encontraran y sus bocas se fundieran en un profundo beso. Entonces se hablaron en voz baja, salvando la dificultad que les imponía emitir vocablo con la boca llena:
    
    –Ummm…mmm… ¿Alguna vez lo hiciste así con papá?… mmm.
    
    –Ummmm… nooo… mmmm.
    
    –Ummm… ¿Nunca le entregaste el orto al viejo? Umm… ¿No sos putita con él?… mmm
    
    –Ummmm… noooooo… mmm.
    
    –Mmm… ¿te gusta ser mi putita?… mmm.
    
    –Mmmm… siiiii… mmmm.
    
    ¡Qué par de sacrílegos! Fue tanta la indignación que sentí en ese momento que les juro que si hubiera tenido un revolver en casa les hubiera dado muerte allí mismo, en mi propio lecho matrimonial. Por suerte estoy en contra de las armas. Así que manoteé la única pistola que tenía a mano, que era la que tenía pegada a mi cuerpo, y comencé a pajearme fuerte por enésima vez. Mientras tanto, la acción en el cuarto se tornó vertiginosa cuando Irene se dispuso a darle a su hijo una de sus increíbles cabalgatas.
    
    En momentos en que ella saltaba ferozmente sobre la pija de ...
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