1. Él te observa (episodio 3)


    Fecha: 27/05/2018, Categorías: Infidelidad Autor: juliomarkov, Fuente: CuentoRelatos

    ... Daniel y éste le daba fuertes nalgadas haciendo temblar a esos dos montículos de cuantiosa carne, se me ocurrió una idea que al principio me pareció genial: llamarla por teléfono. “Ya van a ver cómo les arruino el polvo”, pensé.
    
    Al escuchar el sonido de la llamada entrante, Irene se desmontó de su joven potro y recogió su teléfono, de paso aprovechó para cerciorarse de que Rosario continuaba en el piso de abajo. Luego miró a su hijo y le dijo con cautela:
    
    –Es tu padre.
    
    Daniel la miró serio y al principio no emitió palabra, sólo le hizo un gesto de aprobación con su cabeza, como permitiéndole atender la llamada. Luego le dijo con tono risueño:
    
    –Vení putita, quiero que me cabalgues mientras hablás con el viejo.
    
    Ella corrió ansiosa hacía la cama con la lengua afuera, se ensartó en la monstruosa verga de su hijo y sólo después de reanudar su frenético galope, atendió el teléfono:
    
    –Hola amor.
    
    –Hola querida ¿Qué hacés? Parecés agitada –más agitado sonaba yo.
    
    –Claro querido, estoy en el gimnasio, en la bicicleta, ¿qué pensabas?
    
    En ese momento, al ver cómo mi santa esposa me mentía en forma tan natural y descarada, quedé absolutamente trancado, con la mente en blanco. Corté el teléfono totalmente turbado. Sin duda que el tiro me había salido por la culata.
    
    Estuve a punto de vomitar, pero me contuve sólo para escuchar cómo proseguía la conversación entre los incestuosos amantes.
    
    –Cortó.
    
    –¿Qué quería?
    
    –No sé… no importa, lo que importa es lo ...
    ... que quiero yo…
    
    –¿Ah sí, y qué quiere mi putita?
    
    –¡Pijaaaaaa! ¡Partime la cola, bebe! ¡Dale! ¡Rompeme el orto, pendejo divinooo!
    
    –¡Cómo te gusta la pija en la cola! ¡Qué puta que sos!
    
    –¡Siiii! No sabés cómo me calentó hablar con tu padre mientras me culeabas, nene. ¡Cogeme duro, dale! ¡Aaaaah! ¡Aaaaah! ¡Qué pija! ¡Aaaaah!
    
    En veintidós años de matrimonio jamás había escuchado a mi esposa esputar siquiera una palabra medianamente soez, así que escuchar todo ese discurso cloacal me dejó de boca abierta; digo yo como si la sorpresa hubiese sido inaugural, como si no hubiera sido suficiente verla coger con nuestro hijo una y otra vez en forma desenfrenada. Pero en ese momento, escucharla decir cosas como “pija”, “rompeme el orto” o “cogeme duro” con total naturalidad, y nada menos que a su propio hijo, fue demasiado para mi –a esas alturas– debilitado juicio.
    
    La puta, sobreexcitada por mi desafortunada intervención, comenzó a saltar sobre la pija de su hijo a ritmo de vértigo mientras se tapaba la boca para contener cualquier posible gemido delator. Yo que había pretendido arruinarles el polvo no había hecho más que colaborar para que éste se transformara en un verdadero polvazo.
    
    Instantes después cambiaron de posición. Ella se puso en cuatro, acurrucada en la cama con la cabeza apoyada de lado sobre el colchón y su espalda arqueada de manera que su enorme culo quedaba bien elevado, completamente en pompa. Daniel se paró sobre la cama y, después de escupirle el ...
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