1. Leonor y Raimundo


    Fecha: 15/10/2021, Categorías: Infidelidad Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    ... estaba muy cerca de la mía y podía sentir la presión de sus grandes tetas en mi espalda, mientras ella ponía sus manos en mis hombros. Los minutos que estuvimos mirando las fotos fue para mí una verdadera tortura. Por último, me levanté y, explicando que era muy tarde, me despedí.
    
    Decidí no volver a esa casa. No quería hacer una locura. No me lo perdonaría. Pasaron varias semanas en que se hizo notar mi ausencia. Raimundo se llegó a enfadar conmigo por ser tan ingrato. Y yo tenía que callarme la boca.
    
    Pero, llegó el día en que no pude evitar ir de visita. Iban a celebrar el cumpleaños de Raimundo y en esa ocasión no podía estar ausente. Para mayor problema, fue Leonor la que me llamó y me dijo que necesitaba mi ayuda para prepararle una sorpresa, pues como conocía mi habilidad para cocinar, quería que le ayudara a preparar una cena especial. No pude negarme y fui.
    
    La cocina era estrecha, así que, a cada momento, Leo pasaba detrás de mí y sentía su cuerpo pegado al mío. Empecé a sudar y no por el calor del horno, precisamente. Durante media hora fue un refregar de cuerpos que me parecía absolutamente involuntario, pero yo estaba ya empalmado como toro y pensé, con toda seriedad, ir al baño y darme una buena masturbada para quitarme las ganas. Pero, las cosas fueron diferentes. Leo empezó a hablar de su vida íntima, de cómo “lo hacían” con Raimundo y cosas por el estilo.
    
    Ella me daba la espalda. Yo no pude aguantarme. Sabía que, si todo eran ideas mías, me llevaría ...
    ... una gran bofetada y la enemistad de mi amigo, pero el instinto fue más fuerte. La abracé desde atrás, pegué mi cuerpo al suyo y la agarré por las tetas.
    
    ¿Te costó decidirte? Me dijo ella.
    
    En ese momento perdí absolutamente la razón. Le levanté la falta y, mientras ella se quitaba el pantalón, saqué mi polla. Le palpé su coño, lo tenía muy mojado. Puse mi polla en la entrada de su coño y se la metí ahí mismo. No quise darla vuelta porque si le veía la cara me iba a sentir mal.
    
    No duré mucho. Con la calentura y la forma maravillosa en que movía su culo, me corrí a los pocos minutos. Pero fue una corrida de competencia. ¡Hubiera ganado el primer premio! Casi se me doblan las piernas de puro gusto. Extrañamente, a pesar de lo corto del coito, noté que ella sufría las convulsiones propias de su corrida. Se inclinó y colocó la cabeza sobre la mesa.
    
    -¡Oooooh! -exclamó en un suspiro-. ¡Eso estuvo muy bien!
    
    Y dándose vuelta, me zampó un mojado beso en la boca.
    
    Inmediatamente volvimos a lo nuestro como si nada hubiera pasado. La fiesta resultó un éxito, el plato que preparara yo fue muy elogiado y todo de maravillas. Raimundo estaba feliz. Yo era el único que me sentía como la mierda. ¡Había traicionado a mi amigo!
    
    Leonor notó mi desánimo. En un momento me pidió que le ayudara a llevar los platos a la cocina. Cuando estuvimos allí se me acercó y sonriendo pícaramente, me dijo:
    
    Eres un tontainas.
    
    Y guiñándome un ojo, luego de acariciarme la entrepierna, se fue ...
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