Mi profesor me convirtió en su esclava (I)
Fecha: 27/05/2018,
Categorías:
Infidelidad
Autor: karen69, Fuente: CuentoRelatos
... manos detrás de su cabeza y se reclino en la silla un poco. No me lo pude meter completo en la boca, pero casi. Su sabor, debo admitirlo, me gusto, era saladito.
Poco a poco paso el tiempo, unos diez minutos más o menos, yo entre sus piernas mamándole la polla, ensalivándolo lentamente, aumentando el ritmo de la mamada cada vez más. Martin gozo cómodamente de mi boca, suspiraba y gemía suavemente, mientras yo trabajaba su verga con mi boca. Hasta que me detuvo.
-Párate. –me ordeno
-Si señor –le conteste mientras obedecía. Él se puso de pie también a un lado mío, con su verga erecta saliendo del pantalón, brillante por mis babas.
-Sabía que eras una mama verga experta. Esa boquita está hecha para el placer. Si así es esa boca, como serán las otras dos que están allá abajo…
-¿las otras dos? ¿A qué te…? perdone, ¿a qué se refiere con “otras dos” señor?
-A esta… -me dijo mientras sobaba mi vulva por encima del pantalón con su mano derecha –y a esta… -me dijo mientras me tocaba el culo también por encima del pantalón. Sentí un rico escalofrío recorrer mi cuerpo con sus magreos, a pesar de mi molestia.
-Espera Martin… -le dije. Me propino una buena cachetada por no tratarlo con el debido respeto. –perdone señor… espere un momento… yo…
-¿Tu qué? ¿Eres virgen del culo? –me interrumpió.
-Si… me da miedo por ahí… -le conteste con un hilo de voz débil. Me tomo del pelo y lo halo echando mi cabeza hacia atrás. Me magreo las tetas a placer, metiendo su mano ...
... derecha por debajo de mi franela e incluso mis sostenes. Toco a su antojo, apretó todo lo que quiso, jugueteo con mis pezones. Sentí como me comenzaba a ruborizar ante él, y lo peor, como mi cuerpo respondía a esos estímulos con una fuerte excitación.
Sin decirme palabra alguna, saco su mano de debajo de mi franela, y me dirigió hacia el frente de su escritorio, sobre el cual me apoyo, dejándome inclinada hacia adelante con las tetas aplastadas contra la superficie del escritorio, y el culo en pompa ante él. –bájate los pantalones. –me ordeno. –Si señor…-le conteste, con la misma voz débil, mientras me desabrochaba el pantalón para luego proceder a bajarlo hasta la mitad de mis muslos, dejándole una linda visión de mi culo devorando el hilo color verde oscuro que llevaba puesto ese día.
Luego tomo una regla de medición, hecha de madera, de 60 centímetros de longitud. Con dicha regla me comenzó a sobar las nalgas suavemente. –Te vas a disculpar conmigo de la manera en que quiero. Dirás la palabra “perdón” 50 veces. Si te equivocas volverás a comenzar de cero, y créeme, no te conviene equivocarte. –me dijo mientras continuaba sobando mis nalgas con la regla. –comienza. –me ordeno.
-Perdón… -¡Paf! Sonó (y sentí) un fuerte azote con la regla, dado en mi nalga izquierda. Sentí el escozor en la piel. –¡¡AAYY!! –pegue el gritito al tiempo que sonaba el azote y me hacía pegar un pequeño sacudón de mi cuerpo.
-¿Cómo que “ay”? nada de eso puta, te ganaste otro castigo. De tu ...