1. Descubrimiento


    Fecha: 22/10/2021, Categorías: Anal Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    ... pero a ella no pareció hacerle efecto. Empecé a ver a mí alrededor. Más luces rojas inundaban el ambiente. No había más que una cama, una mesita de noche y una puerta más además de la que daba al pasadizo que suponía era la del baño. Todo olía a sexo. Ella estaba parada bajo el arco de la puerta principal, asustada, mirándome como si tratara de descifrarme.
    
    - ¿Qué es exactamente lo que quieres de mí? – me preguntó – ¿Quieres tirar? ¿Acaso no hay otras putas disponibles en todo el local?
    
    - Oye…
    
    - ¿Me estás bromeando o qué?
    
    - No, para nada – le aseguré.
    
    - Pues entonces debiste haber buscado a otra y no a mí.
    
    - Oye, yo solo venía a hablar. Fuiste tú quién me metió a este cuarto.
    
    - ¡Ibas a decir mi nombre!
    
    - ¡Y ya pedí disculpas por eso!
    
    Si no bajábamos la voz pronto, uno de los guardias vendría a fastidiar.
    
    - Está bien – dijo al fin. Nancy parecía estar librando una lucha interna – Disculpa, pero es la primera vez que me pasa algo así. Nunca pensé que me encontraría con alguien conocido en medio de este trabajo, mucho menos contigo – Y sonrió. Levemente, pero ya era algo.
    
    - Yo tampoco pensaba encontrarme contigo aquí. ¿Cómo debo llamarte?
    
    - Melanie. Aunque supongo que ya no importan los nombres y eso.
    
    Melanie se sentó en la cama al lado mío y empezó a reírse otra vez con esa risita tonta que tanto me gustaba. Vaya escena surrealista en la que nos encontrábamos.
    
    - Acabo de darme cuenta de que estoy con las tetas al aire… Hablando ...
    ... como si nada contigo. Ja, ja.
    
    - Bueno… – no tenía nada que refutar a eso.
    
    - Espérame un segundo – me dijo – saldré y le diré a Carlos que tomaré un descanso, sino me cobrarán por estos minutos.
    
    - Vale.
    
    Tal y como estaba salió al pasadizo, no sin antes asegurar la puerta. En verdad esperaba que no se demorase mucho. Una cosa era estar con ella en el cuarto, otra totalmente diferente era estar solo en este tugurio maloliente y a punto de derrumbarse. Entré al baño. El tacho de basura estaba a medio llenar de condones usados, papel higiénico y algunos empaques de lubricante. Abrí la pequeña alacena bajo el espejo: condones empaquetados, más lubricante, alcohol en gel, algunas pastillas. ¿Era en verdad esta mujer la Nancy que había conocido por tanto tiempo?
    
    Cuando salí del baño ella ya estaba nuevamente sentada en la cama, luz roja cobijándonos a ambos.
    
    - Me han dado cuarenta minutos, o sea que tendré que quedarme hasta un poco más tarde.
    
    - Lo siento – dije, aunque era mentira. Desvié mi mirada hacia sus piernas cruzadas, un par de maravillas, nada más.
    
    - Vamos, pregúntame lo que quieras. Haz buen uso de estos cuarenta minutos – me retó.
    
    - Bueno – tenía en verdad muchas preguntas en la cabeza – lo primero que se me viene a la mente es ¡¿Qué demonios haces aquí?!
    
    - ¿Ah? – parecía contrariada – ¿No es obvio? Trabajar, nada más que eso.
    
    - Claro, lo entiendo, ¡pero eras secretaria de mi madre hasta hace unos meses! ¡Y estudiabas contabilidad por las ...
«1...345...10»