1. Descubrimiento


    Fecha: 22/10/2021, Categorías: Anal Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    ... simplemente. Siempre pensé en hacer esto contigo gratuitamente.
    
    Estaba en el cuarto de un burdel con la mujer más sexy de todas con las que había estado alguna vez en mi vida y esta acababa de decirme que quería tener sexo conmigo. Un puto sueño, sí, un dulce y puto sueño provisto por una sublime puta a la que tuve la suerte de conocer unos años tras. Yo era algo así como un cliente más, pero ella era toda una fantasía para mí, diosa puta entre las mujeres de esta realidad bajada a la tierra a caminar por un minuto unida a un ángel caído, ángel a su disposición, al menos por 20 minutos.
    
    - Voy a hacer que te sientas muy bien, lindo. Te voy a dar el trato más especial.
    
    - No diré que no
    
    Me dio un pico y luego se dirigió a la mesita de noche en el otro extremo de la cama caminando despacio, sacando culo, iniciando el espectáculo.
    
    - Papi, puedes tocar y besar todo lo que quieras – me dijo estando de espaldas – serás el único en toda la noche con ese privilegio.
    
    En otras palabras, su cuerpo era todo mío por el tiempo que nos quedaba. En otras palabras, podía acercarme a ella en aquel instante en que se había inclinado en un ángulo de noventa grados solo para sacar un paquete de condones de la mesita de noche más fácilmente alcanzable del mundo, podía palpar el lugar más recóndito de todo su valle sin temor a represalias, eso quería decir. La vista era sublime: un culo perfecto cubierto por una fina capa de tela a unos segundos de ser mío. Mientras se acercaba ...
    ... veía también sus tetas, su largo y delgado cuello, sus labios carnosos llenos de jugo enloquecedor. Tiró el condón a un lado y se colocó frente a mí. Todo su cuerpo era de ensueño, pero lo que quería ver era su culo. La volteé mientras ella sonreía, quedando frente a mi solo aquellas cima gloriosa. Con mis manos tomé la delgada prenda que lo cubría y la bajé muy despacio, atento a cada detalle que se me iba desvelando, cada nuevo centímetro de su piel tersa y café. Pronto la obra de arte quedó expuesta. Grande, redondo, liso, sin imperfección alguna… Acerqué mi boca instintivamente a él y lo lamí y mordí como quise.
    
    - ¿Te gusta mi culo, papi?
    
    - Sí… Es perfecto.
    
    Y lo mejor era que ella sabía usarlo. Se hizo hacia atrás, dejándome hundir mi cara en él, embriagándome con el olor de su ansia.
    
    Se alejó de mí después de unos segundos. Me miraba divertida, me entregaba toda su sonrisa.
    
    - Deberías ver tu rostro en este momento
    
    No había manera de controlar cualquiera que fuese la expresión de mi cara en medio del mar de placer
    
    - Es tu culpa, Mel.
    
    Asintió complacida.
    
    - Quítate la ropa, papi. Comencemos a jugar.
    
    Me quité la camisa, los jeans y los zapatos en un abrir y cerrar de ojos. Solo me quedé con el bóxer encima, donde se dibujaba ya una prominente erección.
    
    - Esto también es tu culpa – dije, señalando mi entrepierna.
    
    - Lo sé
    
    Caí boca arriba sobre la pequeña cama del cuarto. Sentía el calor de su cuerpo volcarse sobre mí como una marea de fuego, ...
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