LOS BAÑOS DEL INSTITUTO (1)
Fecha: 04/11/2021,
Categorías:
Hetero
Autor: er diablo, Fuente: RelatosEróticos
... pie, se levantó la falda, se bajó las bragas hasta los tobillos y me dio la espalda, apoyándose en la pared. Yo me quedé unos segundos como un idiota.
-Venga, metémela.
-Pero, ¿y el condón?
-Tengo una enfermedad de los ovarios, no me puedo quedar preñada. Venga, date prisa.
Yo no sabía muy bien qué hacer. Me la agarré y me acerqué a ella. Incluso sin agacharme podía sentir el olor a mar de su coño. Traté de empitonarla así, a lo bruto, pero no atiné. Mi capullo resbaló por su entrepierna y mi polla quedó atrapada entre sus muslos. Ella echó una mano hacia atrás, me la agarró y me ayudó a dar con el agujero. Me sorprendió lo húmedo y lo caliente que estaba. Así y todo, me costó un poco meterla entera (lo cierto es que calzo un buen pollón), y como no sabía bien qué hacer con las manos, agarré los cachetes del culo de Marimar. Eran suaves, firmes, redondos, muy grandes. No me había imaginado nunca que tocarlos fuese tan agradable. Empecé a moverme hacia adelante y hacia atrás, saboreando la sensación de las paredes de aquel chocho cálido y jugoso rozando mi polla. Ella jadeaba muy bajito, y yo hacía esfuerzos por no hacer ruido. Su culo temblaba al ritmo de mis empujones, y los rizos que cubrían su vulva me acariciaban los cojones con un delicado cosquilleo cada vez que entraba a fondo dentro de ella. Traté de subir mis manos por su torso para tocarle las tetas, pero ella me las bajó de un manotazo mientras echaba el culo cada vez más hacia atrás, ensartándose en ...
... mi polla con fuerza, como si quisiera que le metiese las pelotas también.
-Más fuerte-me susurraba-más fuerte...
Yo la agarré de las caderas y me dejé llevar. Se la metía a ritmo frenético, y notaba que la humedad de su conejo me iba empapando las bolas. El roce de su coño era sublime, y yo ya no podía más.
-Me corro...-susurré
-Así, lléname de leche
Y con un espasmo de placer empecé a largar chorretones de semen dentro de su chocho. Me corrí tanto que la lefa le rebosaba del coño y le caía por la cara interior de los muslos. Segundos después fue mi polla, convertida en un pingajo blanducho y pegajoso la que salió de dentro de ella. Suspiré. Estaba como ido. Me sentía en el paraíso. Mis expectativas con lo de follar eran inmensas, y habían sido ampliamente superadas. Ella se limpió con papel rápidamente y se recompuso la ropa. Yo estaba como extasiado. Tanto que miré sus profundos ojos azules y le dije suavemente:
-Creo que te quiero.
-No digas gilipolleces. Y vístete, no nos vayan a pillar.
Desde aquel día, cada vez que Marimar quería que echáramos un polvo llevaba falda, y nos íbamos a alguno de los baños del instituto a aliviarnos los bajos. Lo hacíamos deprisa, para no ser sorprendidos, y teníamos que inventarnos excusas absurdas para guardar las apariencias frente a nuestro amigo Jose. Eran polvos rápidos y urgentes, pero con magia. O será que uno idealiza los recuerdos de la juventud. Algunas veces, además de follar, yo le chupaba un poco su raja ...