1. Una esclava inesperada VII - Final


    Fecha: 28/05/2018, Categorías: Infidelidad Autor: Cold_P, Fuente: CuentoRelatos

    ... Comencé a acariciarla, suave y lentamente por toda la espalda. Al bajar a sus nalgas, tuve especial cuidado en no lastimarla. Mientras seguía besándola, acaricié también su cabello y bese su oreja izquierda para después bajar a su cuello. Acaricie cada parte de su cuerpo, la miré a los ojos y le plante de nuevo un beso que duró bastante. Me separé de ella y la conduje a mi cuarto. Ni ella ni yo hablábamos. Para mí ya no había nada que decir.
    
    La recosté sobre mi cama y volví a las caricias que antes le había hecho, y recorrí todo su cuerpo con mis labios. Ella solo me miraba con los ojos a punto de estallar en lágrimas. Noté humedad en su entrepierna y poco a poco, despacio, metí mi erecto instrumento en ella. Sus brazos me rodearon y lo hicimos. Lento y suave. Esta vez no la quería lastimar, quería disfrutar.
    
    Fue como la primera vez. Fue algo especial y al menos yo lo disfruté mucho. Después al estar abrazados y esperar a que alguno rompiera el silencio, hablé.
    
    - Ni modo mujer, que se le va a hacer – hice todo el acopio de la fuerza que fui capaz de reunir – te voy a extrañar mucho.
    
    - Yo también cabrón. – dijo tranquilamente.
    
    - Sólo espero que no perdamos el contacto – suspiré
    
    - Para eso existe el internet – ella miraba a ningún lado – sólo espero que me despidas como es debido...
    
    - ¿Cómo es debido? – pregunté
    
    - La noche aún es joven – volteó a verme con una sonrisa pícara – y mis tetas aun no están moradas, mi culo aguanta otra tanda de azotes y no me ...
    ... has humillado, como habías prometido.
    
    - ¿Me quieres matar mujer? – sonreí acariciando su cabello – eres una enferma
    
    - ¡TE AMO!
    
    Era la primera vez que lo gritaba. La aventé de mi lado y fui por la misma cuerda con que la había azotado en la mañana, aunque esta vez no la iba a azotar. Con la cuerda y otros artefactos más le amarré las muñecas juntas por detrás de la espalda lo mejor que pude y lo mismo hice con sus tobillos. La amordacé. Ga se dejaba hacer. De vez en vez le soltaba una nalgada o una cachetada en las tetas. La cargue hasta el baño y la coloqué en la regadera. Abrí el agua fría y le espeté: “si te sales, no te la vas a acabar”. Fui al cuarto de lavado por una manguera. La pobre tiritaba de frío. “Ahorita te calientas pendeja”. Coloque un extremo de la manguera en el lavabo y lo abrí hasta que saliera agua caliente. Cuando ésta hubo salido, cerré el grifo y abrí las piernas de Ga. Ella intuyó lo que iba a suceder y sólo gemía e intentaba decir “si hazlo”. Le inserté el otro extremo en la vagina y abrí de nuevo el grifo. Mientras se llenaba, pellizque y le pegué en sus hermosas tetas. Ella sólo gemía de placer. Cuando consideré suficiente, le saque la manguera y se la inserté, con un poco de dificultad en el culo. “Lo mantienes dentro o si no…”. Nuevamente, cuando pensé que era suficiente, le saque la manguera del culo, para metérsela por la garganta, hasta el esófago. No hubo mucho problema, pues estaba acostumbrada a unos buenos orales... Cuando parecía ...