1. El sueño de Irene


    Fecha: 20/12/2021, Categorías: Lesbianas Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    —¡Manolo, despierta!
    
    Manolo soñoliento se restriega los ojos con ambas manos.
    
    —¿Qué pasa?
    
    —¡He tenido un sueño!
    
    —Muy bien… ¿Y qué coño quieres que haga?
    
    —Ha sido muy extraño…. ¡Mira como estoy!
    
    Guiado por mí pasa su mano por mi sexo que está empapado.
    
    —¡Joder, Irene!... A esto no se le puede llamar sueño húmedo, es más bien un sueño encharcado… ¿Qué es lo que te ha puesto así?
    
    —Eso es lo extraño, ha sido con mujeres.
    
    —¿Con mujeres? ¿Has follado con mujeres en sueños y te has puesto así?... ¿No te estarás volviendo tortillera?
    
    —Que no, Manolo, que a mí no me gustan las mujeres, pero lo de este sueño…Voy a escribir lo que recuerdo, antes que se me olvide.
    
    —Sí, eso…Y déjame dormir. Para un día que puedo quedarme un rato más en la cama…
    
    Cierto desasosiego me empuja a escribir lo que he memorizado del sueño.
    
    Recuerdo…
    
    Voy andando por una calle céntrica. Al pasar por lo que parece una tienda de antigüedades, me siento atraída por un busto colocado sobre un mueble tras el cristal del escaparate. Al abrir la puerta del establecimiento suena una campanilla. Me acerco, atada con un cordel cuelga una etiqueta que reza así…
    
    <Safo, poetisa griega procedente de Lesbos — 50€>
    
    — ¡Buenos días! ¿Qué desea?
    
    Una mujer de unos cincuenta años, al parecer la dependienta, se acerca, coge mi mano y con una sonrisa angelical me mira fijamente a los ojos.
    
    — ¡Bienvenida, Atthis! ¡Te esperábamos!
    
    —¿Atthis? ¿Quién es Atthis?
    
    —¡Tú!... Querida, tú ...
    ... eres Atthis…. La amada, la que se fue y por fin ha vuelto.
    
    —Oiga, yo… No entiendo nada. Yo no me llamo así… Usted me confunde con otra persona.
    
    —¡Noo! No estoy confundida, eres tú quien lo estás, porque no recuerdas. Me has olvidado. Mira el busto que tienes en delante. ¿Quién es?
    
    —Aquí dice Safo, de Lesbos.
    
    —Ahora mírame…
    
    —¡Dios mío! ¡Es su cara!
    
    —Sí, mi amor, soy Safo y tú mi amada Atthis. La que inspiró versos bañados en lágrimas. Puedo recitártelos, los escribí para ti cuando me abandonaste. Escucha, éste fue mi adiós…
    
    Y me recitó una serie de versos que yo no había escuchado ni leido, pero que de alguna forma me eran familiares.
    
    —¿No lo recuerdas? ¿Has olvidado las horas que pasamos amándonos?
    
    —No, no recuerdo… Déjame… como te llames… Tengo que marcharme
    
    —Safo, amada mía. Me llamo Safo de Mitilene y pronto me recordaras. Ahora te sientes confundida, lo entiendo. Ven, vamos a tomar un té que he preparado para esta ocasión.
    
    Y asida a su mano, me dejo llevar al interior del local. En una salita, con una decoración decimonónica hay una mesita con un juego de té y dos tazas... Parece de porcelana muy antigua. Señala una silla y me siento. Sirve el té en las tacitas. De su bolsillo saca un teléfono celular y marca un número. Me parece anacrónico, en este ambiente.
    
    —¿Hola?….. Sí, ha llegado…os esperamos.
    
    La dulzura de su mirada me aturde, mi cabeza es un caos, no puedo pensar… Sin azúcar, doy un sorbo al brebaje. El aroma es extraño, pero ...
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