1. El sueño de Irene


    Fecha: 20/12/2021, Categorías: Lesbianas Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    ... rosas, de flor de azafrán
    
    —y ramos de eneldo que junto a mí te ceñiste.
    
    —Han sido muchas las veces que bálsamo de mirra y regio ungüento,
    
    —derramaste sobre mi cabeza. Yo no podré olvidarlo y tú, tampoco.
    
    —Igual a los dioses me parece el hombre dichoso que te abraza
    
    —y te oye en silencio con tu voz de plata y tu sonrisa risueña…
    
    —Cuán cara y hermosa era la vida que vivimos juntas.
    
    —Pues entonces, con guirnaldas de violetas y dulces rosas cubrías junto a mí tus rizos, ondeantes.
    
    —Y con abundantes aromas preciosos y exquisitos ungías tu piel fresca y joven en mi regazo y no había colina ni arroyo ni lugar sagrado que no visitáramos danzando…
    
    —De ti ver quisiera tu andar amable
    
    —y la clara luz de tu rostro antes
    
    —que a los carros lidios o a mil guerreros
    
    —llenos de armas…
    
    —La luna luminosa huyó con las Pléyades.
    
    —La noche silenciosa ya llega a la mitad
    
    —La hora ya pasó y en vela, sola, en mi lecho,
    
    —suelto la rienda al llanto sin esperar piedad.
    
    —El amor, ese ser invencible, dulce y amargo que desata los miembros, de nuevo acude a mí.
    
    —Él ha agitado mis entrañas, como el huracán sacude monte abajo las encinas.
    
    —Luchar contra el amor es vano, pues como un niño hacia su madre, vuelo a él.
    
    —Mi alma está dividida: algo la retiene aquí, pero algo la empuja, para en amor vivir…
    
    —¿No lo recuerdas? ¿Has olvidado las horas que pasamos amándonos?
    
    —No, no recuerdo… Déjame… como te llames… Tengo que marcharme
    
    — Atthis, ...
    ... amada mía. Pronto me recordaras. Ahora te sientes confundida, lo entiendo. Ven, vamos a tomar un té que he preparado para esta ocasión.
    
    Y asida a su mano me dejo llevar al interior del local.
    
    —¿Seguro que no recuerdas nada?
    
    —Bueno… Anoche soñé algo que…
    
    —Que te ha conducido hasta aquí… Te esperábamos…
    
    En una salita, con una decoración decimonónica, hay una mesita con un juego de té con dos tazas. Parece de porcelana muy antigua. Señala una silla y me siento. Sirve el té en las dos tacitas. De su bolsillo saca un teléfono y marca un número.
    
    —¿Hola?…..Sí, ha llegado…… os esperamos.
    
    La dulzura de su mirada me aturde, mi cabeza es un caos, no puedo pensar. Sin azúcar doy un sorbo al brebaje. El aroma es extraño, pero sabe bien. Estoy como drogada flotando en una nube… Los párpados pesan, mis ojos se cierran, oigo la campanilla de la puerta y alguien que se acerca, unas manos me sujetan, me levantan y me llevan, no sé donde….
    
    Abro los ojos y veo el techo de la habitación, dejo de verlo cuando unas caras desconocidas que se acercan, se inclinan sobre mí y lo cubren. Sigo flotando, oigo hablar, pero no entiendo lo que dicen, me suena a un idioma extraño. ¿Griego? Tal vez. Intento incorporarme pero unas manos, suavemente, me lo impiden. Safo se acerca.
    
    —Ya ha despertado. ¿Cómo te sientes?
    
    —Se repite todo lo que he soñado… Yo… No sé, estoy rara. ¿Me habéis drogado?
    
    —¡No, querida mía! ¡Nunca te haríamos una cosa así!... Es solo que la emoción ha sido tan ...
«1...345...»