1. Una batalla perdida


    Fecha: 21/12/2021, Categorías: Fetichismo Autor: esperanza, Fuente: CuentoRelatos

    Eran las 6:00 pm y pensé en irme a casa, de repente vi que alguien me escribió si estaba disponible para hacer un masaje a domicilio en un hotel al Sur de Medellín. Le envié el brochure de mis servicios y respondió que estuviera allí apenas terminara el partido de Colombia. Fui a la cabina a recoger mis pertenencias, saqué un labial color rosa de mi bolso y lo apliqué en mis labios, me hacía sentir sexy y segura. Cogí una camilla portátil, empaqué aceites, velas, exfoliantes y esencias. Tomé un taxi y salí rumbo a donde me habían citado. Faltaban unos minutos para llegar al hotel, me miré al espejo, percatándome que estuviera impecable. Saqué mi cartera y le di un par de billetes al conductor. Me bajé, cogí mis pertenencias y aprecié la hermosa noche; la luna estaba grande, redonda y el cielo despejado.
    
    Llegué a recepción y me anuncié: buenas noches, mi nombre es Aileen. Vengo para la habitación 1005 a donde el Sr Miguel. Te está esperando- dijo la recepcionista. Caminé hacia el ascensor y sentí que alguien me estaba observando. ¿Aileen?- preguntó un hombre. Sí, ¿tú eres Miguel?- respondí, -Sí, mucho gusto- agregó. ¿Te ayudo con tus cosas?- continuó. Me pareció un buen gesto y acepté. Presionó el botón del ascensor para subir a la habitación. Lo miraba de reojo para observar de quién se trataba. Rasgos mexicanos; 1,76 de estatura, piel canela, músculos definidos, 40 años de edad aproximadamente. Llegamos a la habitación y le recordé mis servicios para que eligiera. -Hazme ...
    ... el mejor- dijo. Pensé en hacerle el Body to Body, era el preferido de mis clientes, aparte de ser un masaje relajante, es la fantasía sexual de muchas personas. Disfrutaba hacerlo y ver sus expresiones delirantes y desquiciadas cuando no podían tocarme. Me encantaba sentir que los dominaba por un segundo.
    
    Abrí la camilla y saqué mis implementos, los coloqué en una mesa que había allí y le sugerí que hiciéramos el masaje en la camilla, manifestando que se sentía más cómodo en la cama. A lo que yo atendí, aunque no estuviera de acuerdo por mi columna. Prendí una vela y música suave. ¿Te desnudas por favor?- dije. A lo que el mexicano atendió. Le di la espalda y empecé a desabrochar mi camisa, la coloqué encima de una mesa, siguiendo con mi sostén. Bajé el cierre de mi pantalón y me fijé en los interiores; eran negros y de encaje, haciendo juego con mis suaves curvas.
    
    Di la vuelta y miré a los ojos de Miguel, veló mi cuerpo, logrando intimidarme lo cual no era común. Le indiqué colocarse boca abajo, aplicando un poco de aceite en mis manos y empecé a masajear sus pies. Entablamos una conversación y me di cuenta que visitaba ocasionalmente la ciudad por su trabajo, aparte compartíamos gustos y me llamó la atención. A continuación masajeé su espalda; la piel era reluciente. Coloqué dos dedos en el perineo y empecé a hacer círculos, levantó la pelvis, dando señal de que le gustaba y quería más.
    
    Disfrutaba mi trabajo, era todo un arte. Me colocaba en su lugar y casi sentía ...
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