El regalo: Un antes y un después (Decimoctava parte)
Fecha: 12/01/2022,
Categorías:
Infidelidad
Autor: DestinyWarrior, Fuente: CuentoRelatos
... y seguramente su tristeza por estar los dos distanciados y disgustados.
Cuando observé a aquella mujer desnuda pasar por detrás de él, se vinieron a mi mente cantidad de imágenes, donde ella y mi esposo, habían sostenido relaciones sexuales. Gestos y poses, gritos y gemidos. Visualicé sus besos, húmedos y apasionados sobre aquellos senos con pezones complementados por aquellos aros colgantes; las probables caricias de Rodrigo tan conocidas por mí recorriendo su piel, ocultándose con parsimonia en el medio de aquel pubis tatuado y por supuesto, la rigurosa frecuencia de profundas embestidas de la verga de Rodrigo dentro de la vagina de aquella mujer, otorgándose placer. Sí, todo un carrusel de pornográficas tomas en diferentes planos y secuencias que martillearon mi cabeza y martirizaban el corazón.
Pero cuando esa mujer tomo el teléfono de Rodrigo y me fue hablando con tanta naturalidad, como si para ella aquello fuera muy normal o demasiado cotidiano, reaccioné. Mientras escuchaba sus palabras, las razones para estar así los dos desnudos junto a aquel espumoso jacuzzi, me fui calmando, razonando más y más. La escuchaba pero yo no le prestaba mucha atención, pues a medida que ella me hablaba, yo me mentalizaba, analizando y comparando. Rodrigo y ella… ¡Mi jefe y yo! Situaciones parecidas que simulaban ser lo que no eran, al menos de lo que conmigo nunca terminó por suceder. Tal vez a Rodrigo le sucedió algo similar.
Y di entonces a mi esposo un voto de ...
... confianza, el que yo pedía con rigurosidad a cambio en él. Tal vez si me viera serena, hablándoles con normalidad, pudiera por fin hacerle entrar en razón de que yo no tenía previsto, serle infiel otra vez. ¡Seguridad! Rodrigo tendría que hacerle frente a una situación anormal entre los dos, separados por kilómetros como pocas veces había sucedido, el solo aquí en la ciudad y yo, acompañada por aquel a quien sin querer tentaba, distante a un viaje que estaba ya a la vuelta de la esquina.
En fin, tomando un buen respiro, me dediqué por completo a disfrutar de aquel paseo con mis hijos, mi madre y mi padrastro. Después de almuerzo con seguridad Rodrigo me llamaría y podríamos dialogar más.
—Sabes Silvia… —me dijo Alonso mientras terminaba de darle el almuerzo a mi pequeño terremoto y madre ayudaba a limpiarse las manos a mi hija. —Hay unos senderos muy hermosos para caminar, aunque si lo prefieres con la entrada tendrás derecho a pasar unas horas en las tirolinas.
—¿En las que? —Le pregunté.
—¡Vamos hija, pero en qué mundo vives! Pues una cuerda atada de un lado, para ir hasta el otro extremo y por donde te lanzas colina abajo, es muy divertido pero ya sabes que por mi situación cardiaca, no puedo divertirme como antes, qué más quisiera. ¡Pero tú sí! —¿Yo? ¡Ni loca! Le tengo pánico a las alturas, con aguantarme los nervios de montarme todos los días en el elevador diez pisos hasta arriba y otra decena para abajo, para mí es más que suficiente emoción. ¡Por supuesto que ...