Hora extra
Fecha: 14/01/2022,
Categorías:
Sexo Oral
Autor: doctor_morbo, Fuente: CuentoRelatos
... mesas?
No respondí, solo quería que terminara aquella escena que volvía a empezar una y otra vez como si nunca fuera a tener fin.
–Supongo que querés conservar tu trabajo. ¿O no?
–Sí, señor González. Le prometo que no va a volver a pasar.
–Una simple disculpa no es suficiente, Tatiana. Hace falta una sanción.
Hasta ese momento, había permanecido de pie pero el señor González me obligó a tomar asiento. Entonces, rodeó el escritorio y se me acercó. Sus movimientos eran tan lentos que parecían que nunca fueran a terminarse.
–Mostrame cómo se la chupaste –lo miré pensando que había escuchado mal. Eso o volvés a la calle. Es tu elección. No vas a hacer nada que no hayas hecho ya.
Se abrió el saco y apareció su pija ante mi cara, el glande me rozó la punta de la nariz. Lo miré sin comprender aunque no había que ser demasiado inteligente para entender una situación en la que todo estaba tan claro.
–Metétela en la boca o a la calle. Voy a contar hasta tres. Uno, dos…
Como dije, estaba dispuesta a conservar el trabajo, una mala paga siempre era mejor que nada. El glande rozó mis labios, se deslizó intentando abrirse camino.
–Si cuento hasta tres, estás de patitas en la calle. ¿Qué es una mamada? Seguro que a ese viejo sucio se la chupaste y no estaba así de dura. Mirá, tocala.
Me tomó una mano y la llevó hasta su pija, estaba muy dura y suave. La acaricié sintiéndola palpitar entre mis dedos, la recorría entera, contemplaba la cabeza roja asomar y ...
... esconderse dentro de la piel como en un capullo rosado.
–¡Tres!
En una cosa González tenía razón: la verga del viejo estaba fofa incluso cuando llevaba un rato chupándosela. Está en cambio me llenaba toda la boca. Se desabrochó el pantalón, lo que me permitió acariciarle los huevos mientras se la mamaba. Jugaba con mi lengua a lo largo del tronco mientras lo oía gemir con los ojos entornados, la levantaba para que viera como le lamía las pelotas, primero una y después la otra, o me las metía las dos en la boca, las empujaba con la lengua, las acariciaba mientras se la sobaba en una paja lenta. Iba a hacerlo sufrir todo lo posible antes de hacerlo terminar. Subí dando breves lamidas, deteniéndome en el nacimiento de la cabeza, rozándolo con los dientes hasta que su cuerpo se estremecía con una sonrisa de placer. Y vuelta a comenzar: se la succionaba despacio, disfrutando con los ojos cerrados el trabajo, saboreando el líquido preseminal que brotaba en gotitas saladas.
–Sos toda una experta, guachita. Se nota que te gusta la pija.
Sonreí mientras le rodeaba el glande con mi lengua caliente, lo lamía, iba y venía metiéndome cada vez un poco más. Lo dejé hacer cuando colocó sus manos detrás de mi cabeza, me acomodé para lo que venía y aguanté las arcadas cuando invadió el comienzo de mi garganta con su glande redondo e hinchado. Entraba y salía cogiéndome por la boca, metiéndola entre las arcadas que me sacudían arrodillada como estaba en el piso.
–Sabía que te iba a ...