Infiel por necesidad
Fecha: 01/02/2022,
Categorías:
Infidelidad
Autor: MikeFed, Fuente: CuentoRelatos
Soy Clara, tengo 42 años, mido 1.65, peso 55 kilos, y a pesar de mi edad, aún siento que soy apetecible. La mirada de algunos hombres, también me hacen sentir eso. Soy casada, Juan mi marido tiene 50 años y lamentablemente con los años ha ido perdiendo el interés en el sexo. Yo en cambio, con el paso de los años fui liberándome y disfrutando el sexo mucho más que cuando tenía 20 años.
Una tarde salimos de compras y a tomar algo con una amiga íntima, y vio como yo miraba a un hombre, que estaba en una mesa cercana.
“Clara, que raro vos mirando un hombre. ¿Qué pasa?” Dijo Cleo.
“Pasa que no pasa nada. Juan se ha ido “retirando” del sexo y yo… aún tengo muchas ganas de disfrutar.”
“¿Entonces?”
“Nada, todo queda en fantasías y nada más. Yo lo amo y sé que él me ama.” Dije.
“Todo bien, pero una cosa es el sexo y otra el amor. Es genial cuando caminan juntos, pero puede darse por separado. Si vos seguís así, frustrada sexualmente, lo más seguro que el amor se vaya desgastando por la misma frustración.”
“Puede ser.”
“Vos sabes bien que yo tengo un “amigo”, con el que me encuentro una o dos veces por semana. Raúl anda igual a Juan hace un par de años, dedicado al negocio, y sin apetito. Con mi amigo disfruto, me hace sentir deseada, gozada, y no entro en roces con Raúl por pedirle sexo.”
Esa charla me quedó repiqueteando en la cabeza. ¿Podría yo tener tan clara la línea divisoria, sería capaz de dar el paso?” Los días pasaron y una tarde luego de entrenar ...
... en el gim, fui a tomar algo sola a un shopping. En el bar, una mesa cercana había una pareja, él de no más de 35 años, ella de unos 28. El hombre era realmente atractivo. Buen físico, ojos claros, y una sonrisa hermosa. Me quedé mirándolo, pero en realidad pensaba en mi dilema. Él notó que lo miraba y me devolvió la mirada con una sonrisa y siguió su charla. Yo reaccioné y mire para otro lugar.
Unos días más tarde salí del gimnasio y fui al mismo bar, sin esperar nada, solo a tomar un jugo. Llevaba un rato sentada cuando vi que él llegaba solo. Se sentó, pidió algo, y un rato después, sentí que me miraba. No pude dejar de mirarlo y él me saludó con una sonrisa y agachando su cabeza. Le sonreí, y en dos minutos se acercó a mi mesa.
“Hola, soy Luis, ¿puedo acompañarte?”
“Hola, si, no hay problema. Soy Clara.”
Con una conversación totalmente liviana, estuvimos cerca de 15 minutos.
“Luis, soy una mujer grande y no creo ser tonta. Sé lo que buscas, no te olvides que el otro día estabas tomado de la mano con una chica, y no me voy a creer el cuento de la amiga, que te peleaste, te repito. No soy tonta.”
“Y no das vuelta para decir las cosas.”
“No. Soy casada, no pienso divorciarme. Y soy casi feliz en mi matrimonio.”
“Por supuesto. Y yo tengo ganas de llevarte a un hotel.”
“Tampoco das vueltas. Te quiero aclarar algo. No busco amante, nunca le he sido infiel a mi esposo, pero desde hace un tiempo las cosas en la cama no funcionan. Y sí, tengo ganas de un ...