1. Aquella invitación de fin de semana


    Fecha: 07/03/2022, Categorías: Erotismo y Amor Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    Todo sucedió en el mes de mayo de hace nueve años, cuando fui invitado por una chica a pasar el fin de semana en su casa de la ciudad donde trabajaba. No la conocía personalmente, solamente la había tratado durante un mes a través del chat y el correo electrónico, nuestra empatía fue tal que me propuso visitarla para así poder conocernos y echar un buen rato al tiempo que me enseñaba la ciudad.
    
    Evidentemente, para que les voy a engañar, esperaba algo más que una visita cultural a la ciudad, algo que también me atraía todo sea dicho, pero la idea de tener sexo con esta chica me rondaba de la misma manera, éramos prácticamente dos desconocidos y por lo demás estaríamos solos en su domicilio, aparte de que por chat habíamos mantenido algunas conversaciones un poco subiditas de tono. Tenía 27 años y físicamente se había descrito, pero uno siempre duda en estos asuntos, que le vamos a hacer, aunque ya por la sola invitación algo me decía que no mentía, me dijo que era rubia y resultona de cara y cuerpo, que seguramente me gustaría no en vano tenía suerte con los hombres. En fin, a pesar de que no esperaba un pibón decidí aventurarme y visitarla.
    
    Para colmo se lo comenté a Ángel, uno de mis mejores amigos, me animó a aceptar la invitación y me preguntó si podía ir el también, que si no le importaba a esta chica, “no te preocupes, no os molestaré, je je je…”. Sería mi inseguridad pero al menos no iría solo y si pasara algún contratiempo tendría compañía conocida, se lo ...
    ... pregunté a ella y accedió gustosa, había camas de sobra en la casa.
    
    Nos pusimos en camino un viernes por la tarde, con la incertidumbre que tiene este tipo de viajes extraños, llegamos a eso del anochecer, comprobamos la dirección y llegamos no sin perdernos durante un rato, aparcamos en un lugar próximo, y llamamos al portero, “¿María…?” pregunté y contestaron, “¿siiii…?, soy yo, os estaba esperando, subid” contestó de inmediato, era una voz dulce y muy melosa. Dicho y hecho, subimos en el ascensor, llegamos al tercer piso, y llamamos al timbre en una puerta que vimos entreabierta, “entrad, entrad, pasad sin miedo…”, escuchamos de nuevo la voz dulce que se acercaba, asomando en el pasillo una chica bien mona. A ver, no era un pibón como me imaginaba, pero apareció ante nosotros una mujer que gustaba sola al verla, me acordé de lo que me dijo que gustaba a los hombres aunque al advertirla pensé que no a todos les gusta este tipo de chica; vamos a ver era bajita, en torno al 1,55 ó 1,60 metros, sin ser delgada pero tampoco gorda sino en su justo peso, sus kilos estaban muy bien repartidos; para mí estaba muy buena, se la veía muy carnosa, el resto era una agradable y graciosa carita de muñeca, de piel blanquita, ojos castaños, con una larga melena rubia lisa que le llegaba casi al final de la espalda, y unas caderas anchas que le hacían un formidable culo y buenos muslos, tenía al mismo tiempo unos pechos que sin dificultad alcanzaría la talla cien, por lo demás vestía una camisa ...
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