1. Me convertí en mi madre (1): Películas japonesas (JAV 2)


    Fecha: 27/03/2022, Categorías: Fantasías Eróticas Autor: Gabriel Vera, Fuente: CuentoRelatos

    Por el título a lo mejor piensan que esto es una señora que cuando se hace mayor comprueba que repite lo que decía su madre, y tiene los mismos gestos, y esas cosas que se suelen decir. Sin embargo, no es eso lo que voy a narrar. Es algo mucho más extraño, que después tuvo un final feliz, pero que podía haber acabado de otra manera, acaso no infeliz, pero extraña.
    
    Yo vivo con mi madre y mi padre en una casa normal, voy a estudiar, mi madre está en casa, cocina, limpia, no trabaja fuera. Mi padre sí trabaja fuera. Está hermosota mi madre, más alta y rellena que la normalidad de las japonesas. Mi padre, al que he salido yo en lo físico, es grandón, fuertote, porque trabaja en una industria semi pesada. Eso dice él, riéndose, que no es muy pesada y por eso aguanta allí, jaja. Los demás ya nos sabemos el chiste, y sonreímos solamente.
    
    Bueno, pues un día volví del centro escolar, donde hago una formación profesional, que depende de la fábrica de mi padre, y donde espero terminar el año que viene, a los veinte años. Mi madre había preparado algo de comer y tenía un paquete en la mesa que había llegado por mensajero. Mi madre es muy de pedir cosas y probar; no sale mucho, eso no. A algo de la comisión vecinal, por ejemplo. Es su relación social.
    
    En el paquete había un tarro y, en el tarro, té. Hasta ahí, todo bien. Me dijo mi madre que había visto un anuncio de este té, que fomentaba la empatía y el bienestar familiar. Le dije que eso sería un engaño publicitario, qué ...
    ... vergüenza, mamá. Si nada más llegar causaba disensión y… Pero como es gratis, dijo ella, el primer tarro… Bueno, a ver si está bien o son hierbajos del camino, dije yo.
    
    El olor no estaba mal, y luego el sabor tampoco era extraño ni nada. En fin, que a lo mejor resultaba y todo. Nos tomamos las tazas, tan ricamente, y cada uno se fue a hacer sus cosas. Yo, a estudiar, mamá a doblar toallas.
    
    La tarde y la noche transcurrieron como siempre, llegó mi padre, cenamos, vimos la tele, nos reímos con un programa más bien tonto, y a dormir, que hay que madrugar.
    
    ***
    
    Al despertarme me sentía un poco raro, como que no me encontraba bien, como un hormigueo por todo el cuerpo. Me levanté y vi a mi madre en el espejo, hola mamá… ¿Qué hace mi madre en mi espejo con mi pijama? Miré hacia abajo. Mi pijama. No mi cuerpo. Estiré los brazos. Qué manecitas. Esos dedos de los pies, ¿cuándo me los pinté? ¿Por qué no veo ahora? Claro, el pelo tan largo… ¡Mi madre! ¡Yo! Me llevé las manos a la cara, con expresión de asombro. Mi madre repitió el gesto en el espejo.
    
    Oí un grito, era yo, en otra habitación. Iba a salir corriendo cuando abrí la puerta de mi habitación. Me miré, llevaba puesto un pijama algo corto, pantalón y blusita con un gatito, que a mi madre le gustaba mucho.
    
    —¡Ah!, gritamos los dos a la vez.
    
    —Devuélveme mi cuerpo —me dijo mi madre.
    
    —¿Y el mío? —pregunté yo.
    
    O a lo mejor fue al revés, yo no sé quién era quién. Nos miramos más detenidamente, y pensamos también a ...
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