1. Mi consuegro


    Fecha: 04/06/2018, Categorías: Infidelidad Autor: Anónimo, Fuente: SexoSinTabues

    Me llamo Yesica, casada, 38 años, madre de tres hijos. Mi familia es de Ecuador, pero todos tenemos nacionalidad española. Mi hijo Jeison esta viviendo en casa de su novia, que es argentina española también, con su suegro. Un señor muy bohemio, pelos y barbas largas, lleno de tatuajes, aretes en las orejas, una mezcla de hippie con motero. Con mi esposo las cosas no van nada bien, si bien trabaja mucho, tiene una pequeña empresa de mantenimiento, cuando llega el fin de semana se desaparece y yo me quedo sola. Mi hijo me invitó a pasar unos días con ellos, nunca estuve en Madrid y les dije que sí, que iría. Cuando llego, mi hijo y su novia me fueron a buscar a la terminal de autobús, llegamos a la casa, el señor me. diosu habitación y él dormiria en el sillón del salón. Me senti mal por incomodarlo, pero es de esos hombres que no se hacen problema por nada. Un hombre muy simpático, que siempre está de broma, nos hace reír mucho a todos. Yo había llegado el sábado y el domingo nos fuimos los cuatro a comer fuera, estuvimos dando vueltas por Madrid, sacando fotos. Eduardo que así se llama mi consuegro, siempre es el centro de atención por sus ocurrencias. Mi hijo y su novia trabajan de lunes a viernes, así que nos quedamos solos con Eduardo, «y tú no tienes mujer», le dije, desayunando los dos en la. casa, «no, soy demasiado feo», me dijo riendo, seguimos hablando y me dijo de salir a caminar. Eduardo a sus 60 años, no los aparenta para nada, 48, 50, como mucho. Cerca de la ...
    ... casa hay un parque muy bonito y nos fuimos a caminar por ahí, nos sentamos en una terraza a tomar unas cervezas y yo no paraba de reír, tengo que reconocer que me sentía muy a gusto con Eduardo. Fueron pasando los días y yo me sentía cada vez más comoda con él, y sentados en una terraza le conté mis problemas con mi marido, se me llenaron los ojos de lágrimas, casi termino llorando. Eduardo me empezó a bromear, a hacer que me ría y me fui relajando. Estábamos caminando por Atocha, y sin pensarlo lo agarré del brazo y seguimos caminando hasta una feria del libro que hay cerca. Vimos unos libros, los comentamos, Eduardo a pesar de su aspecto, es un hombre muy culto, seguimos caminando hasta el parque del retiro. Una zona muy arbolada, con un lago en medio donde Eduardo y yo alquilamos una barca y él remaba paseando por el lago. Hacía mucho que no me sentía tan relajada, tan bien. Terminamos la vuelta en barca, seguimos caminando y nos sentamos en un banco en medio de los árboles, yo estaba tan cómoda a su lado, que apoye mi cabeza contra su hombro, Eduardo me miro, y bajó su cabeza y me besó la boca. Yo quedé sorprendida por el beso, pero no me molestó que lo haya echo, ahora lo miré yo, y la que lo besó a él fui yo. Así terminamos el paseo, tomados de la mano y basándonos como dos adolescentes. Cuando llegamos a casa íbamos sueltos, yo no quería que mi hijo se de cuenta que me gustaba su suegro. Les contamos el paseo, por donde fuimos, todo, menos la de besos que nos dimos. Los ...
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