Es rarísima: o no coge o no le es suficiente
Fecha: 28/03/2022,
Categorías:
Infidelidad
Autor: AMANECER, Fuente: CuentoRelatos
... inequívoca para confirmarlo. Solo debo mover mi pene hacia la entrada de su vagina y hacerlo. Estoy listo. Húmedo. Firme. Ancho. Y lo hago, sin pensarlo más: la siento, “¡ah, sí!” Qué dulce, tierna y cálida es está vagina. Siento sus palpitaciones, sus vibraciones: me atrapan, me acarician el pene. Así que me muevo dentro de ella, explorando, recorriendo, sintiendo esas vibraciones y emociones. De alguna manera, siento que ella lo deseaba tanto o más que yo
A: “Aaahhh!” Entró suavemente, y yo fui disfrutando cada movimiento, mi vagina húmeda facilitó la entrada. Mi vagina acarició su miembro ancho y firme, cada nervio en mi cuerpo lo sintió. Sus movimientos fueron subiendo de intensidad, no pude controlar mis gemidos, sentirlo dentro de mí era un deseo cumplido.
B: La sensación era de plenitud: ella me disfrutaba tanto como yo a ella. Decidí moverme lento pero firme: deseaba sentir sus paredes antes que llegar al fondo de la vagina-. Moví mi miembro haciendo ese movimiento circular, raspando esa vagina antes de penetrarla por completo
Ella se contoneaba. Me besaba sin acabar los besos: abria la boca y los gemidos escapaban. Sus ojos se habían cerrado, su espalda se arqueaba y yo veía esa vagina abierta, dilatada, con mi miembro adentro. La jalé hacia mí. Levanté sus caderas y la sujeté. Quería sentirla más y más. Ella abrió las piernas y sus nalgas sirvieron para elevarse a mi altura y permitirme metérsela. A cada uno de mis movimientos correspondía el mismo de sus ...
... senos. Yo me movía en círculos y sus senos se amoldaban. Ella impulsaba las nalgas hacia arriba para que yo penetrara el techo de su vagina. Jadeaba. Sudaba. Tomaba las sábanas con las manos y cerraba los ojos. Sentía su estrechez. Sabía que había tenido varios amantes, pero su vagina era estrecha. Mucho. Y me apretaba. Eso me excitaba y por eso quería hormarla para mí. Mi glande se movía de un lado al otro, de un extremo a otro de esa estrecha vagina, en esos círculos que ella completaba con las caderas y los pechos. Podía verla acostada sintiéndome. Podía verla con mi miembro adentro de su vagina. Podía ver su estrechez mientras yo la dilataba a mi anchura. ”Ah, sí, sí”. Decía ella sin que ninguna otra cosa saliera de su boca. Su ceño estaba fruncido y yo no sabía si era por la excitación o porque se arrepentía. Después de todo era una mujer casada y sabíamos que nos jugábamos mucho, pero habíamos decidido correr los riesgos. Sin embargo, al verla así no sabía qué pensaba: “¿Le duele? ¿Se arrepiente? ¿Piensa en él? ¿En alguien más? ¿Me disfruta a mí?” Me sentía confundido, pero estaba extasiado. Verla así: mojándose, moviéndose, abriéndose, debía ser evidencia de que, de alguna manera, me disfrutaba. Así que decidí no pensar más, por el momento, y sentir cómo su vagina se comía mi miembro. Sus grandes nalgas le permitían elevarse en un ángulo de 25 grados hacia mí. Yo podía penetrarla de esa forma: un roce suave de mi glande en sus labios. Otro roce metiéndolo un poco más ...