1. Es rarísima: o no coge o no le es suficiente


    Fecha: 28/03/2022, Categorías: Infidelidad Autor: AMANECER, Fuente: CuentoRelatos

    ... dentro. Otro más en las paredes. Otro chocando con el clítoris. Esa sensación me gustaba: mi miembro disfrutaba esa rajita que de abría frente a mí: “¿Así se abriría con sus otros hombres?” Sabía lo que hacía. Era de esas mujeres que sabían amar, disfrutar de sí mismas y de un hombre. Me conformaba al saber que ahora había llegado mi turno. Era un deseo cumplido. Y quería saborearlo, paladearlo, para aprender de ella. Si sabía cómo le gustaba, quizá podríamos repetir el encuentro. Ella levantó la pierna izquierda. La puso sobre mi hombro y se abrió por completo: podía ver esa panochita, con los labios dilatándose más y los vellos del mismo color de su cabello. Era evidente que me enseñaba cómo le gustaba. Si era así, me enseñaba cómo se había cogido a tus amantes. Me enseñaba un camino y me ponía, quizá sin saberlo, una prueba: amarla como había amado a otros. Quería hacerle sentir lo mismo. “Ah, si”. Tenía todo para ello. Veía ese cuerpo de tentación listo para mí y yo estaba más que listo para embestirla
    
    "Agggg, asiii". Así comenzó el jadeo al sentirme penetrándola. Me detuve un poco sin moverme. No quería que un movimiento brusco arruinara todo. Finalmente, todavía no la había sentido del todo y podía echarlo a perder. Pero no fue así. Ella impulsaba la pierna hacia mí marcando el ritmo: yo debía seguirlo. La veía y sentía tan segura de lo que hacía que entendí que esa postura la calentaba y le generaba un orgasmo tras otro.
    
    Dicen que una mujer nunca olvida a un ...
    ... hombre que supo cogérsela y no sabía que ella está a tratando de sentirlo de nuevo, de alguna manera. Su ceño estaba más fruncido que antes. No sabía si era por remordimiento, por el recuerdo de sus amantes o su marido o si, simplemente, me disfrutaba. Yo la veía y me excitaba tanto. Era una mujer deliciosa. Su piel, su piel era encantadora y tenía el culo y las tetas de campeonato. Quería sentirla, tenerla. Mientras más me movía más mojaba todo. Le tomé una teta con una mano, mientas me impulsaba hacia ella metiéndole todo mi miembro. "Ahhh" fue tan rico sentir esa humedad que me conducía rápidamente al fondo de la vagina. "Ahh, Siii, Siii". Lo estaba disfrutando. No tenía idea de cuánto me gustaría probar a esta mujer y ahora sólo quería metérsela. Y lo hice varias veces impulsándome y moviendo mi miembro en cada una de las embestidas. Ella jadeaba, se arqueaba. Yo buscaba el momento para entrar y salir, metérsela y sacársela. Así, una tras otra. Mi erección era mayor. Sentía que las venas se marcaban en mi miembro, bombeando la sangre para mantenerlo así de firme y ancho. Y eso hacía: deseaba sentir a esa mujer. Era tan buena amante, tan estrecha, tan húmeda, que tengo gemía y nos mojaba.
    
    Ella abrió los ojos. Y así se mantuvo: mirándome, con las pupilas dilatadas. Por fin dijo algo: "¿Qué, no te voy a decir nada?" Y los cerró de nuevo rápidamente. Lo que no quiso decirme no pudo negarlo con el cuerpo. Su vagina estaba siendo horadada, una vez tras otra. Me gustaba que su ...
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