1. Párrafos impúdicos


    Fecha: 24/04/2022, Categorías: Erotismo y Amor Autor: MirassoMauricio, Fuente: CuentoRelatos

    ... en una sola. ¡Ta, ta, ta, ta! ¿Lo sientes al imaginártelo? ¿Lo sientes todo, bendita mujer? ¿Sientes el calor crecer desde tu vientre? ¿Sientes el calor crecer en la base de tu espalda? Me tienes la extensión venosa a punto de reventar, a punto de estallar, y me la vas a dejar seca. ¿Sientes cómo se va endureciendo y profundizando cada vez más adentro de tu vientre? ¡Pa, pa, pa, pa!
    
    Ni bien a cuentagotas me abras todas las puertas, todos los portones, todas las aberturas y todas las entradas de tu cuerpo, quiero hacerte –y que me hagas– el amor sin inhibiciones, meterme en tu templo, penetrar en tu castillo, pasearme adentro de tu palacio. En ese aposento cobijarme. En ese reino que lleva tu nombre y apellido, hospedarme. Conquistar tu cuerpo tallado como la madera, de propiedades casi escultóricas, hasta que nuestra libido contagiosa cumpla con todas las promesas que nos hizo. Hasta que nuestras excitaciones dejen de gritar en voz alta. ¡Mira que empapados estamos!
    
    Amarte durante una temporada prolongada, y no olvidarte por una temporada más prolongada, quiero también, dicho sea de paso. Que no sea más una idea frágil y tenue, como un rayo de sol en una mañana de invierno, que me impide vivir ilusionado. Desbotonar mi honda sensación de soledad y tu punzante sensación de soledad desde adentro, aunque sólo sea por unas horas. Tapar ese hueco grande llamado soledad. Le faltaba un condimento a mi vida, y ese condimento eres tú. Soy un espíritu que quiere volar lo más ...
    ... alto que nunca voló, y necesito que me hagas un empujoncito.
    
    Sé que tu deseo por mí no será inagotable, y mi deseo por ti tampoco será inagotable. Tengo presente también el hecho de que el placer se agota mucho más rápido que el dolor, pero quiero olvidarme de todo aquello mientras inundamos del mejor gusto los escasos minutos que dure nuestro encuentro. Celebrarlo con largueza, que ya el estar siempre cortejando con la melancolía se me hizo un auténtico hastío. Las miradas de la melancolía no las quiero más. No quiero sus besos de tijeras heladas, ni tampoco sus abrazos de nieve, y eso que solía ser la que mejor me besaba y abrazaba, antes de conocerte a ti.
    
    Vamos a mover esto, que debajo de la cintura me siento delicioso como un postre, sabroso como un bombón, exquisito como una barra de chocolate, deleitoso como una golosina, azucarado como el almíbar, por ti. Si la parte más privada de mi cuerpo tuviera un nombre, contigo se llamaría “apetito”. Podrías jugar con ella sin un mínimo de dificultad, que está más ansiosa que tú. Briosa como los ánimos de un caballo corredor, tiesa como un desodorante, casi tan levantada como una pared de ladrillo, más despierta que un gallo a la mañana y un grillo en la noche, la puedes agarrar con las dos manos si quieres. Quiero que la trates con el cariño de esos que no se olvidan nunca, especialmente la zona de la corona y el glande, haciendo tales movimientos con tu lengua que no dejarían con frío a nadie, amor mío. Quiero que hagas ...
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