El secreto de Karina
Fecha: 05/05/2022,
Categorías:
Infidelidad
Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos
... cada vez que se veían, el deseo parecía estar flotando en el aire.
Casualmente, esa tarde Martín no estaba en casa. No recordaba en dónde estaba su amigo, pero esa ausencia fue el detonante de todo: Javier la abrazó y besó apasionadamente. Ella le dio un cachetazo, pero cuando la atrajo hacía él nuevamente ya no puedo resistir. La tumbó en el piso, la desnudó en un santiamén, y la penetró con las ganas y la pasión con que se hace todo lo que está prohibido.
A ella le gustaba mucho acostarse con él, porque la poseía sin permiso, y con violencia. Cogieron muchas veces ese año, pero en un punto ella dijo basta. Estaba a punto de casarse con Martín y si ya se sentía una puta en esa circunstancia, si lo seguía haciendo estando casada, se sentiría una miserable.
Javier intentó muchas veces seducirla, pero todos los intentos fueron estériles. Durante largos años intentó buscar otra mujer que lo haga olvidarse de la locura de cogerse a la mujer de su amigo, pero no pudo, nada lo calentaba tanto como ese deseo prohibido. Finalmente, un buen día se le presentó una oportunidad de trabajo en San Luis y no dudó en aprovecharla. De esa manera se obligó a no ver regularmente a sus amigos, y su pasión por Karina se fue desvaneciendo paulatinamente. O al menos eso creía.
Ahora que estaba en la casa de sus amigos se daba cuenta de que la atracción por esa mujer no había desaparecido, sino que se había guardado en algún lugar muy profundo y había resurgido ahora, con más fuerza ...
... que nunca. Karina estaba, si se puede, más buena que cuando era una pendeja, pensaba torturado. Era una morocha de piel oscura con labios gruesos. Sus pechos, pequeños pero firmes eran bellos, pero no eran su fuerte. Su trasero sí lo era. A sus cuarenta años se había mantenido firme, y con los pantalones de jean que usaba, los marcaba de una manera deliciosa. Le costaba no voltear a mirarla. Tenía mucho cuidado de no hacerlo en presencia de Martín, no quería que su amigo sospechara algo justo ahora, después de tantos años de secreto.
Y para colmo también estaba su hija, Brenda. Una réplica en miniatura de ella. Al menos en lo físico. Era idéntica a su madre según lo recordaba, aunque tenía el culo más grande. Pero Brenda era más vulgar e infantil de lo que fue Karina. Aun así, era muy simpática con él. Estaba todo el tiempo dispuesta a ir a comprarle los puchos o servirle un vaso de cerveza, algo insólito según comentaba el padre, ya que la chica no se caracterizaba por ser tan amable.
Le dio bronca la inocencia de su amigo. Por actitudes como esas se arriesgaba a que cualquiera se acueste con su mujer. No veía lo obvio, y al igual que nunca sospechó su relación con Karina, tampoco parecía percibir la calentura de la pendeja, quien no paraba de menear el orto cada vez que lo veía, y no perdía oportunidad de tocarle las piernas cuando conversaban.
Una mañana la chica salió del baño recién duchada, tapada únicamente con una pequeña toalla que cubría sus tetas y llegaba ...