Consuelo caliente
Fecha: 07/05/2022,
Categorías:
Hetero
Autor: Vlad escritor, Fuente: CuentoRelatos
Tengo una amiga con la que compartí muchas vivencias; menos una.
Como es lo normal, cada quien hizo su vida de pareja; hasta que por azares del destino me separé.
Carla. Mi amiga de años me daba consejos, ánimos; incluso llego hasta ofrecerme hospedaje en una habitación. Cosa que rechacé; ya que ella también tenía problemas con su marido.
Conversábamos de todo, incluso algunas aventurillas de jóvenes de situaciones algo candentes.
Los días pasaron. Yo me instalé en un nuevo trabajo. Eso sí, sin faltar a alguna visita a mi querida amiga.
Su marido jamás puso alguna objeción en cuanto a mis visitas; cosa que hacía que Carla estuviera un poco más relajada.
Antes de ir a ver a mi amiga, recibo un mensaje que decía.
«Ven por favor, necesito hablar con alguien, mi marido se fue de casa»
Pronto llegué a su encuentro; era obvio que la encontré llorando.
Como pude la calmé, diciéndole cosas que tal vez no vengan al caso en esta historia.
Nos servimos unos tragos de tequila, para relajarnos. Optamos por cambiar de tema, comentando cosas triviales y otros tantos.
Entramos en el tema de las confesiones, por lo que yo no quería decirle que desde hace tiempo me encantaba.
Y claro. Ese día tenía un pantalón pegado que dejaba ver sus curvas.
Carla es delgada, blanca, pechos pequeños, cadera mediana, estatura media.
Pronto por el alcohol comenzó a llorar, por los recuerdos de la buena época y como buen amigo me acerqué para darle un abrazo.
En eso ...
... nos quedamos viendo y prontamente nuestros labios se unieron en un beso muy rico.
Al término, ella me pidió que la acariciara de forma erótica.
Pues bien. Mis manos se posaron en sus piernas para ir subiendo tímidamente hasta rosar sus caderas.
Nuestras bocas se unieron de nueva cuenta.
Ahora sus manos tocaban mi miembro, me acariciaba de una forma muy suave.
Me hizo entre acostarme en el sofá, bajándome el zipper, sacando mi falo. Dios! Que rica mamada. No podía dejar de acariciar su cabello, de disfrutar de esas lamidas.
La convencí de hacer el 69.
Pero antes de eso, al bajarle el pantalón, metí un dedo en su vulva. Su velluda vulva, sintiéndola mojada.
Ya en aquella pose, su vagina mojaba mi cara, cosa que era para mí un manjar, su sabor me sabía a que tenía tiempo sin tener sexo.
Le avisé que sentía una descarga de líquido; cosa que ella, sin decir nada metió prisa en sus chupadas, hasta que se tragó toda mi leche.
Aun así seguimos en esa misma posición. Yo pensé que perdería la erección, pero Carlita, sabia como mantener mi asunto firme.
Nos acomodamos en ese mismo sofá. Ella en cuatro y yo atrás.
No podía creer que me estuviera follando a esa amiga de años.
Repentinamente me llego la idea de que el marido de Carla llegara a la casa.
Al decírselo, Carla y yo nos excitamos bastante; tanto que de vez en tanto echaba un vistazo a la puerta y otro tanto a darle sus metidas de verga a mi triste amiga.
La adrenalina y el nervio, nos ...