1. Una noche en la que fuimos de boda con mi mujer


    Fecha: 17/05/2022, Categorías: Erotismo y Amor Autor: fercho83, Fuente: CuentoRelatos

    ... estábamos solos en el universo. Una sensación invadió mi cuerpo haciendo parecer que de mi cuerpo emanaba calor.
    
    Como en una laguna en la cual la corriente de viento comienza a formar las primeras ondas, mis manos comenzaron a invadir cada rincón de su cuerpo. Primero fue suave, como una brisa, luego desplegando de a poco todo el furor que la tensión me proporcionaba. Sus piernas, su cadera, su cintura, su espalda estuvieron a merced de mis manos. A medida que pasaban los segundos la inquietud de mis manos hacían emerger la pasión y el desenfreno en mi ser. Apretaba su piel, apoyaba las yemas de mis dedos desplazándolos tan indiscretamente por sus piernas. Furtivamente lograba acariciar sus piernas por debajo de su vestido. El contacto de mis labios con los suyos acrecentaba aún más el vértigo, el deseo de poseerla. Beso a beso me apoderaba totalmente de ella entre mis manos.
    
    Finalmente tomé su muñeca con mi mano y la conduje hacia afuera tan aprisa como pude. Nos dirigimos hacia el auto que estaba en el estacionamiento del local de la fiesta. El temblor de mis manos ocasionado por la excitación me impidió abrir cómodamente la puerta de adelante. Mi mujer, la cual sostenía de la muñeca aun, me miraba y sonreía burlonamente.
    
    Cuando eso ocurre, cuando veo esa sonrisa en ella, las ganas de poseerla son insoportables. Sus ojos tan grandes, su mirada tan tierna combinado a esos labios hermosos en plena sonrisa me deleitan descomunalmente. Una vez dentro del auto con ella, ...
    ... en el asiento trasero, comenzó uno de los mejores momentos que experimente en mi vida.
    
    Un impulso enérgico hizo que la empujara dejándola acostada a lo largo de la parte trasera del auto. Inmediatamente me recosté encima de ella a pesar de su sorpresa: “como se nota que hace mucho que no estamos solos sin nuestro pequeño” le oí decir antes de que mi boca besara sus labios. Mis labios delicadamente se sumergieron apretando tan a gusto su labio superior. Realmente al besarla sentía un vértigo irrefrenable sobre el estómago. Con ambas manos sostenía sus mejillas. Al hacerlo, acariciaba lenta y serenamente con la mano derecha su cabello hacia el costado.
    
    Sabía yo que en ese momento estaba en un profundo estado de necesidad de acceder al contacto de su piel. Poco a poco mi mano derecha se arrastró hacia abajo surcando su cabello. Aplasté la piel de su cuello con mis dedos y lentamente fui descendiendo. Cayó mi mano hasta alcanzar uno de sus pechos. Lo rodee completamente con la mano abierta. Apreté y seguí moviendo la mano por esa zona. Mis besos a su boca cambiaron a besos en su cuello, la euforia sentida era tal que mi respiración se profundizaba cada vez que lo hacía.
    
    Inmediatamente me dispuse a quitar su ropa interior deslizando mis manos por debajo de su vestido. El temblor de mis manos era comparable al de mi miembro erecto, el cual sentía humedecerse a cada segundo. Fue en un instante fugaz que bajé mi pantalón y abriéndola de piernas introduje con vigor mi verga. ...