1. Embarazada


    Fecha: 28/05/2022, Categorías: Hetero Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    ... reaccioné. Le puse un dedo en los labios.
    
    -¡No, no me lo digas! Mejor no me lo digas.
    
    Le acaricié los pectorales. Estaban duros como piedras. Bajé la mano por el vientre. El ascensor se paró. Entramos en casa.
    
    -Pasa, por favor.
    
    Pasamos al salón y arrojé el bolso al sofá. Lo tomé a él de una mano y lo llevé al dormitorio de matrimonio. Una no sabe lo que se pierde cuando se corta o cuando da por perdido un sueño. Me tumbé en la cama vestida y él se tumbó a mi lado.
    
    -¿No te da asco hacerlo con una embarazada?
    
    Dijo que no.
    
    De costado, uno frente al otro. Le tomé una mano, la llevé entre mis muslos y se la atrapé ahí. Metí mis dos manos juntas entre mi cabeza y mi almohada.
    
    -¿Sabes cómo hay que hacérselo a una embarazada?
    
    Dijo que no.
    
    -Como a cualquier otra mujer, sin especiales miramientos.
    
    Liberé a su mano de la presa y su mano empezó a deslizarse entre mis muslos.
    
    -Encajarle la polla como a otra cualquiera.
    
    Subía muslo arriba y cuando estaba a punto de detectar la humedad, la paré, aprisionándola de nuevo. Su mano era como una prolongación de su polla. Buscaba lo que buscaba igual que su polla. Su mente era en realidad una polla buscando su hueco natural, su lujuriosa hornacina de carne, y yo deseaba chupársela, rebañársela, tenerla dentro de mí. Desplegué yo mi propia herramienta de prospección y le sobé los pectorales. La bajé lamiendo por su torso y le sobrevolé el paquete. Liberé al mismo tiempo la mano que tenía entre mis muslos y ...
    ... esa voló hasta mi pecho. Mi pecho agrandado y embrutecido por el embarazo; hipersensibilizado. Me bajé el vestido de los hombros, los tirantes del sujetador. Lo desmonté todo de cada una de las tetas. Miré para abajo para ver cómo me las tocaba, cómo rozaba con sus dedos los pezones, los atrapaba entre dos. ¡Cuánto agradecía lo que me estaba haciendo! ¡Cuánto agradecía que un chico joven esté dispuesto a todo con tal de follar! ¡No saben lo que se pierden las chicas de su edad cuando dicen a un chico así que no! No saben lo que se pierden. ¡No saben las mujeres casadas y embarazadas lo que se pierden cuando renuncian a un capricho que es un sueño! Lo besé con todo el agradecimiento del mundo. La lengua del chico me recordaba ahora a mi adolescencia, ligera y juguetona dentro de mi boca. Me rodeó con sus brazos. Yo aproveché para desabrocharle los pantalones vaqueros. Él tuvo la prestancia de desnudarse. Lo esperaba bien armado y mi intuición no me podía fallar. Quería ya toda esa longitud y toda esa dureza dentro de mí. La acaricié con mucha levedad, de arriba a abajo, antes de sacarme las bragas. Lo incité a cubrirme con su cuerpo. El chico se situó entre mis piernas. Llevé una última caricia, un último restregón a su pene. Me resubí las gasas del vestido para que no estorbaran.
    
    -¿La has metido alguna vez en un coño?
    
    Dijo que sí.
    
    -Pues hazlo ahora otra vez.
    
    Yo estaba apoyada de codos en el colchón y él me la fue metiendo poco a poco mientras yo miraba cómo me lo ...