1. Sueño cumplido


    Fecha: 30/05/2022, Categorías: Erotismo y Amor Autor: Spexie, Fuente: CuentoRelatos

    ... ya no voy a poder parar”
    
    “No te preocupes” -dijo. “No hay problema”
    
    “Aún si eyaculo adentro tuyo? Segura?”
    
    “Si Gabi. En serio no hay problema. Ahora por favor cogeme”
    
    El fuego que tenía dentro me empezó a consumir. Me puse en posición para metérsela, la mire a los ojos y se la metí hasta donde llegó. Sole estaba tan mojadita que paso muy fácil. Se le escapó un gemidito un poco fuerte que tuve que ahogar con un beso. Estaba adentro de ella.
    
    Empecé a cogerla, yendo atrás y adelante. A ella se le escapaban gemiditos así que la tuve que besar casi todo el tiempo.
    
    Era algo de otro mundo. Su conchita, re excitada, me invitaba a ir mas profundo con sus paredes húmedas y calentitas. Realmente era como si mi pija hubiera sido hecha para esa conchita. Ella se movía rápido desesperada porque se la diera más rápido. Yo intentaba disfrutar y controlarme a la vez como había aprendido, pero mis bolas estaban cargando el semen de un mes y ya no iba a durar mucho. Sabía que en cualquier momento iba a eyacular. Y sería dentro de mi primer amor.
    
    “Sole, estoy muy cerca”
    
    “Ni se te ocurra parar ahora, yo también estoy cerca” -respondió, y apuró sus caderas que ya chocaban contra mi pelvis, y me encerró con sus piernas en un cerrojo que no me dejaría salir aunque quisiera... Pero no había nada que quisiera más que llenar a Sole de semen. Y ella también quería.
    
    Apuré mi ritmo y mientras la besaba sentí como ...
    ... se le escapó un gemido ahogado y sus paredes internas se contraían alrededor de mi pene. Eso era demasiado para mí.
    
    Ya no me pude más y mientras el irreparable flujo de dopamina llegó a su tope en mi cerebro, se me escapó un “Sole” bastante fuerte, y el orgasmo más grande de mi vida comenzó a fluir a través de la vagina de mi amor platónico. Una sensación tan intensa que agarré con indescriptible fuerza sus hombros cruzados en mi abrazo, mientras ella me arañaba en la intensidad de su propio orgasmo, detonado por la sensación de la descarga de cerca de litro y medio de mi semen llenando su conchita, desbordándola.
    
    Un minuto y medio. Una eternidad en el cielo. A medida que los últimos espasmos se iban apagando, Sole me dio un abrazo auténtico. Le había encantado.
    
    Le di un beso en la mejilla, y después de un rato de sentirme como en casa dentro de ella, finalmente se la saqué. Todavía le salía lo que le metí adentro, pintando sus muslos de blanco.
    
    “Vamos a hacer esto de nuevo” -me dijo. No podía estar más de acuerdo.
    
    Nos vestimos, ella hizo lo que pudo para que no se notara qué había pasado entre nosotros, y en medio de eso me surgió una duda.
    
    “Sole, estás tomando la pastilla?”
    
    Su movimiento se detuvo un segundo. El suficiente para ver que la pregunta le afectó en algo. Después siguió vistiéndose y dijo.
    
    “Si Gabi, obvio.”
    
    No me lo creí ni por un segundo. Y por alguna razón, no me importó. 
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