Tacones de altura
Fecha: 30/05/2022,
Categorías:
Fetichismo
Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos
... hacerlo noto su antebrazo duro y musculado, sin duda es un hombre fuerte y alto, con algo de barriguita pero no le quita el atractivo general. Nos dirigimos a la calle y llegamos hasta su taxi. Me abre caballerosamente la puerta de atrás y aprovecha para darme una mano y de paso observar el movimiento de mis piernas entrando en el coche, donde seguramente enseñaré bastante más de la cuenta.
- Hoy es mi día de suerte. - comenta el tipo y cierra la puerta.
Tras darle la dirección y mirarme a los ojos a través del espejo, vuelve su cara unos segundos y me pega otro repaso a los muslos en donde se adivina el dibujo del final de mis medias, pues la faldita ha quedado muy subida.
- Trabajas para Don Daniel, ¿entonces? - me pregunta y arranca el coche.
- Sí, bueno, mañana tendría que renovarme el contrato. - le digo.
- Por la cara que ha puesto tu jefe, te renueva seguro. Le has impactado y bueno a mí también. Ya te dije que eres una diosa - añade mordiéndose el labio de nuevo sin dejar de mirarme por el espejo.
- Gracias - respondo tímidamente y enrojeciendo por momentos-
Durante el trayecto el hombre no deja de hablarme y mirarme a través del retrovisor, incluso eleva su cabeza para adivinar la buena porción de muslo que muestro al estar ahí sentada. Estiro la falda inútilmente y noto como sigue atento a mis movimientos que dejo de hacer pues tanta distracción puede provocar que tengamos un accidente.
A mitad del trayecto noto que un calor intenso me sube ...
... de los pies a la cabeza. Acabo de recordar que no llevo dinero encima y para colmo mi tarjeta de crédito está excedida y no puedo hacer pagos con ella.
Me incorporo y toco suavemente en el hombro al taxista que se sorprende y me mira por el rabillo del ojo.
- Perdona… tengo un problema. ¿Raúl, es tu nombre? - Le digo nerviosa.
- Sí, dime, preciosa. ¿En qué puedo ayudarte?
- Verás, es que me he dado cuenta de que no tengo dinero. Supongo que te podré pagar mañana o que lo haga mi jefe y ya se lo daré.
- ¿Cómo? - pregunta y me mira seriamente por el espejo reduciendo la velocidad.
- Sí, es que me iba a recoger mi esposo, pero se ha liado y no recordaba que...
- Ya, ya, ese truco me lo sé. - dice él, cortante.
- No, bueno… es verdad. Te lo juro - le insisto, pues no parece creerme.
- Verás, bonita, este es mi medio de vida, así que eso de que no tienes dinero no me vale como excusa. Ya me han mentido muchas veces.
- Pero don Daniel te podrá pagar mañana.
- Mira, yo no puedo andar pidiendo dinero a nadie, me tienes que pagar la carrera y punto. Imagina que tu jefe me dice que no.
Noto mis manos sudar, pues me siento ridícula y algo contrariada pues no se me ocurre otra solución. Entonces me incorporo ligeramente para que ese hombre pueda tener una buena visión de mi escote. Me suelto un botón con disimulo.
- Tienes que comprenderlo, Raúl. - le digo con mi mano en su hombro para que vea mi cordialidad y se fíe de mí.
El hombre echa un nuevo ...