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Tacones de altura
Fecha: 30/05/2022, Categorías: Fetichismo Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos
... vistazo a mi escote girando su cabeza levemente y vuelve a pasar su lengua por los labios, para después seguir concentrado en la carretera. - Bonitas tetas se adivinan ahí. - me dice con una nueva sonrisa. - Huy, gracias. - añado abrochando de nuevo el botón haciéndome la despistada. El hombre echa unas carcajadas y después detiene el coche aparcando en un lugar oscuro que no consigo identificar. Se apoya con su brazo en el asiento, me mira seriamente y luego dirige su mirada a todo mi cuerpo. Yo me echo para atrás algo asustada. - Si crees que con enseñarme el canalillo me vas a dar por pagada la carrera, vas lista, preciosa. Ese truco es muy viejo. - No, Raúl, no pretendía… - Mira bonita, tienes que pagarme y punto. Sin trucos. Si quieres te llevo a un cajero. - Verás, es que… no me funciona la tarjeta. - ¡Vaya, mira tú qué casualidad! - añade riendo a carcajadas. - ¡Es verdad! - Angelito, me tienes que pagar, no te voy a fiar, ni a ti, ni a tu jefe. Yo le hago el favor de llevarte, pero este es mi trabajo y no te conozco de nada. Compréndelo, preciosa. - Pero don Daniel podría... - No, yo qué sé si él te va a fiar a ti. O me pagas ahora o te dejo en la puta calle. - añade más serio. Miro afuera y veo que todo está muy oscuro, pero fijándome en alguna farola lejana, parece la entrada a un polígono industrial, pero allí, desde luego, no hay ni un alma, ni tan siquiera sé en qué lugar concreto estoy. - No me puedes hacer esto. - le ...
... recrimino. - Vaya que sí. O pagas o te bajas. Miro a la calle de nuevo y no hay luces cercanas, ni carteles, ni nada que me pueda servir de refugio en el caso de llamar a mi esposo y decirle que venga a buscarme. - Si me llevas al trabajo de mi esposo, él te podrá pagar. - Y... ¿Dónde es eso, bonita? - A unos veinte kilómetros, a las afueras. - Ni loco. No voy a hacer otra carrera en la que no tengo seguridad de cobrar. - Quizá a algún vecino al llegar pueda pagarte, al llegar. - añado nerviosa. - No, preciosa. Ya te digo que no me la juego. - Pero es que no sé de qué otro modo puedo... En ese momento me mira y se relame. Parece pensativo, pero por su mirada lasciva entiendo que lo que quiere es otra cosa a cambio del pago de la carrera. Noto su cerda cara comiéndome. De repente suelta: - Si me haces una mamada, puede que te lo perdone, siempre que la hagas bien, claro. - ¿Cómo? - digo, agarrándome al borde del asiento, alucinada. - Me has oído, bonita. Me la chupas, me haces ver las estrellas y te llevo a tu casa. - Pero…¿Cómo voy a hacer eso?, ¿Estás loco? - Loco por tu cuerpo. Me la has puesto dura desde que te he visto en la galería. Esas tetas me tienen loco y esas piernas con esos tacones, ufff, nena, ¡levantas a un muerto! Mi cabeza da vueltas, producto del alcohol que he tomado y nerviosa por la situación, pues nunca me había visto en otra igual. Desde luego es cierto que esos tacones están causando estragos. - Bueno, ...