Los restos que me sobran
Fecha: 04/06/2022,
Categorías:
Bisexuales
Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos
Lucía es mi mujer. Yo soy Carlos. Somos una pareja de cuarenta años y los dos somos unos pervertidos o no, según la moral de cada uno. Ella es rubia, aunque el color que lleva es más de tinte que el suyo propio. Está delgada y es muy sexy. Yo mido un metro setenta y nueve y soy castaño. Debido a que ya se me va notando la calvicie, prefiero llevar la cabeza afeitada. Así me da un toque más varonil y me hace más joven.
Esta noche tenemos preparado un trío. No es la primera vez que lo hacemos. De hecho es la cuarta vez. No obstante, sí es especial. Por primera vez vamos a ser dos hombres para ella. Las otras veces me salía con la mía y tenía dos mujeres para mí.
Juanjo es la persona con la que hemos contactado a través de internet. Es un chico unos años más joven que nosotros. Según nos ha manifestado a través de la webcam tiene treinta y un años. Físicamente se le ve bastante bien. Es moreno de piel y tiene el pelo algo largo y rizado.
Suena el portero del edificio. Le abro. Tarda el tiempo de subir el ascensor. Mi mujer y yo le esperamos en la puerta para recibirle. Le hacemos pasar y le ofrecemos una copa de vino mientras se termina de hornear la cena. Aunque a través de la webcam se le notaba un chico atrevido, parece que está un poco cortado. La cena está lista. Pasamos de la cocina al salón y nos sentamos a la mesa. Poco a poco nuestro invitado se va soltando y está más hablador, soltando de vez en cuando algún comentario picante. El ambiente se va calentando ...
... porque Lucía se la devuelve con otro comentario aún más caliente. Yo, que pensaba que no iba a disfrutar como en los tríos anteriores, disfruto de ver lo salida que está mi mujer. Se come con los ojos a Juanjo y éste igual a ella. Soy un simple observador.
Nos levantamos mi esposa y yo para retirar los platos de la mesa y traer el postre, obligando a nuestro invitado a quedarse sentado, aprovechando éste, cuando se acercó Lucía a su lado, para meter su mano por debajo de su falda, sin que ella hiciera nada por evitarlo. Se le notaba que estaba deseando que la poseyera. El postre no era nada del otro mundo. Flan de turrón acompañado de nata montada. Yo ya estaba sentado cuando vi volver a Lucía de la cocina con la camisa desabrochada y sin sujetador. Para sorpresa aún mayor, sus pezones estaban adornados con la nata del postre. Se acercó a Juanjo, sentándose en sus piernas, obligándole a chuparle sus tetas. Si no le gustaba la nata, desde luego no puso cara de asco mientras le lamía los pezones.
El invitado y Lucía ni siquiera probaron el flan. Yo, por mi parte, estaba disfrutando del mismo como si fueran palomitas, viendo un espectáculo erótico en mis narices. Se morreaban metiéndose mano los dos. Ella le desabrochó los botones de la camisa. Él, por su parte, le sobaba las tetas. Poco a poco bajaba la mano y se la metió entre las piernas. Mi polla estaba tiesa, a reventar, igual que la de Juanjo cuando Lucía bajó al pilón y le bajó los pantalones, apartando los bóxer y ...