Hotel paraiso
Fecha: 25/06/2022,
Categorías:
Sexo en Grupo
Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos
Selena y Orión se hallaban en su habitación, frente a frente, como dos ejércitos dispuestos para la batalla. Ambos se abrazaron y miraron como solo dos amantes pueden hacerlo antes de disolverse en uno solo, con las emociones a flor de piel. Él sostuvo sus finas mejillas entre sus gruesas manos. Se dio cuenta de lo pequeño y delicado que parecía su rostro ahora, cuando lo tenía tan cerca y lo acariciaba con sus dedos. Recorrió con el pulgar sus labios entreabiertos y lo introdujo en su boca. Ella cerró los ojos y lo relamió con un erotismo irresistible. Entonces sus labios se fundieron en un beso apasionado. Sus lenguas se entrelazaron, ardientes, untuosas. Ella sintió cosquillas en su pubis. Se sexo se humedecía, preparándola para el coito. Notó también la presión creciente del pene de su pareja, restregándose como una serpiente ansiosa en su bajo vientre. También ella empezó a contonearse para sentir lo más cerca posible su erección.
Orión sabía por experiencia que su mujer ya no era aquella jovencita inexperta y temblorosa a la que arrebató la flor de su virginidad. Cuando se movía de ese modo, sabía lo que le pedía, lo que anhelaba con todo su ser. Al fin y al cabo, no había nada más sexual que una fémina en estro cuando, después de los preliminares de rigor, desataba su auténtica naturaleza, liberada por fin de la máscara de las artificiales normas de moralidad y decoro. Un remolino imparable.
Él se quitó la camisa y la tiró al suelo. Después se colocó a sus ...
... espaldas y le desabrochó el vestido, dejando al aire sus firmes pechos, que empezó a manosear hasta que los pezones se pusieron duros al tacto. Atacó su cuello y el lóbulo de la oreja. Los lamió y mordisqueó jugando con ellos, mientras apretaba su miembro contra las nalgas de ella. Selena sintió un escalofrío electrizante recorrerle la columna vertebral. Su vello se erizó. Poco a poco, sus respiraciones se fueron sincronizando. Varios suspiros se le escaparon cuando él recorrió su cuerpo con la pericia con la que el alfarero trabaja una bella pieza de porcelana en el torno para darle forma. Su diestra se coló debajo de la falda y fue deslizándose por su pierna hasta llegar al fruto prohibido.
En ese momento, ella se apartó. Quería estar cómoda. Así que se deshizo del vestido, quedándose solo en paños menores. Miró el bulto indisimulable de los pantalones de su esposo y se mordió el labio inferior, poseída de deseo. Codiciaba tenerlo dentro. Quería sentirse invadida, plena. Se puso a acariciarlo por encima de la ropa y él hizo lo mismo, mientras sus labios y sus lenguas volvían a encontrarse. Entretanto, Selena buscó la correa y se la desabrochó nerviosa. Los pantalones cayeron al suelo y él los apartó con desdén. Eran un estorbo. La tela de sus calzones parecía a punto de estallar. Se los bajó y el pene de Orión saltó hacia adelante como un resorte. Lo empujó hacia la cama y le hizo sentarse. Se arrodilló ante él, agarró su miembro con sus diminutas y blancas manos y comenzó a ...