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Hotel paraiso
Fecha: 25/06/2022, Categorías: Sexo en Grupo Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos
... nirvana redentor. Parecía como si el universo entero hubiese desaparecido. Conceptos como “tu” o “yo” perdieron su significado. Solo existía el aquí y ahora, el “nosotros”. Orión no paraba de besarla. Le gustaba sentirse dueño de todas sus cavidades. Selena le abrazó con las piernas y le arañó la espalda con sus afiladas garras, haciéndole sangrar. Él levantó sus pantorrillas y la penetró con mayor ímpetu y profundidad, intentando no desperdiciar ni un solo milímetro de su báculo. Ella le indicaba sin palabras lo que quería; “Más rápido”, “más lento”, “no tan hondo”, “tócame aquí”. Él fue descifrando sus gestos con la maestría con la que un músico interpretaba una partitura. Del acto sexual, lo que más le excitaba era ver a su compañera disfrutar enloquecida, hacerla desbocar. Y llegado a este punto, tuvo que cesar sus embestidas. ¿Qué pasa? ¿Por qué te detienes? – preguntó Selena. He estado cerca de llegar al punto de no-retorno, y quiero durar más. Necesito un poco de descanso. Relajémonos, ¿vale? ¿Qué te apetece? ¿Un 69? No. Estoy demasiado sensible. No aguantaría. Pero podemos probar otra cosa. Ven –dijo estirándose sobre la cama y atrayendo los muslos de ella hacia su boca. Empezó a lamer el botón y los pliegues de su vulva. A ratos alternaba y sumergía su lengua en la humedad salubre de su intimidad, sin descuidar tampoco sus mamas. Ella, por su parte, se dedicó a friccionar su clítoris, cada vez con mayor urgencia, hasta que explotó haciendo probar a su ...
... amante el olor acre y el salado licor de su gozo entre espasmos de placer. Una vez repuesta, Selena le miró maliciosa y le dijo; Bueno. Ahora me toca a mí. Acto seguido se retiró un poco atrás e introdujo el mástil en la hendidura. Comenzó a mover su cuerpo arriba y abajo, cabalgando en una danza lasciva, succionándole vorazmente el falo con su resbaladiza cueva. Ahora era ella la que llevaba la batuta, la que imponía la profundidad y el ritmo de la penetración. Sus fluidos lubricaban al delicioso intruso. Orión empezaba a rendirse. Le devoraba los pezones con frenesí o amasaba sus nalgas, las palmeaba o bien le introducía un dedo por el ano. Eso es… Cómeme… Oh, Selena, me derrites… Me exprimes –murmuró al filo de la cordura. Esa es mi intención –reveló ella susurrándole al oído. Quiero que me inundes. Dicha confesión espoleó de tal manera la lujuria de Orión que la estrechó feroz contra su cuerpo caliente y tomó las riendas de la postura, empalándola con vehemencia. Sus acometidas se fueron haciendo cada vez más rápidas y ansiosas hasta que finalmente estalló, rellenándola hasta el útero. Ella sintió en sus entrañas su miembro palpitante, el nacarado y cálido esperma fluyendo impetuoso y colmando su interior. Él pudo notar dicho líquido derramarse por su falo y testículos. Ambos cayeron sudorosos y exhaustos el uno sobre el otro. ¿Ves lo que has conseguido, niña mala? ¿No pensarás de verdad que esto acaba así? Todavía no estoy saciada. Quiero más –alegó haciendo ...