1. Sexo en días de luna


    Fecha: 04/07/2022, Categorías: Erotismo y Amor Autor: solyluna, Fuente: CuentoRelatos

    ... maravillosa de regocijo, especialmente en el cunnilingus que los dos gozaban ardorosamente cada vez que se veían para compartir sus cuerpos. Besos que empezaban en los senos y bajaban lentamente hasta el interior de los muslos, recorriendo con la lengua el monte de venus hasta que el extraordinario olor del sexo y la humedad entre las piernas, invitaban a besar primero lento y luego rápidamente los labios, esos labios que sólo pueden ser vistos en la desnudez e intimidad de la pareja.
    
    Así que esta vez sólo serían besos primero castos, en los labios superiores nada más. Luego cada vez más apasionados. Ya se habían liberado de las ropas y estaban completamente desnudos bajo las sábanas, abrazados, mirándose uno al otro con los destellos de ansiosa necesidad. A ella le gusta ser tomada con firmeza por las nalgas, esas gloriosas posaderas firmes como puños, que entre más duro sean apretadas tanto mejor.
    
    Besos con mordiscos, besos profundos y en lucha por el control de lenguas que se cruzan como si quisieran formar un nudo entre ellas. Agitación creciente, curiosidad pero también un poco de temor por los resultados de ese primer encuentro. A él eso le tiene sin cuidado, no siente la más mínima aversión por unirse en el íntimo abrazo con ella sin importar lo que suceda como en una película erótica pero de Tarantino.
    
    Los pezones duros, el movimiento ansioso de los dos y que es ella quien toma con sus manos el pene de su hombre, son la señal inequívoca que están ambos listos ...
    ... y dispuestos a culminar el acto con una penetración primero lenta y cautelosa, luego inquieta y rítmica. Entra pues el miembro en medio de los jugos del amor que son cálidos y poderosamente afrodisiacos, sin temores ni dudas, en la flor que ella guarda entre sus piernas. “Eres mi tulipán”, le dice mirando a la vagina. Ella no le ha puesto nombre al pene de su amante, al que lo llama por el primer nombre de su hombre, y en cambio al hablar de él lo hace por su segundo apellido, lo cual a él le encanta.
    
    Se besan una y otra vez, el calor del lazo que los une se hace cada vez más intenso, ella gime, él transpira, se sienten los temblores internos previos al clímax, y cuando llega el orgasmo tantas veces anhelado por los días previos de tortuoso celibato, ambos sienten que estallan como luces de bengala en fin de año. No hay palabras que describan el instante, o si las hay sólo podrían ser sucias, desenfrenadas. De vez en cuando se puede tocar el viviente jardín del paraíso. Luego, una sensación de humedad intensa pero diferente a la que se siente en los encuentros considerados fuera de temporada. Ambos sienten la intriga de estar en una escena del crimen y no una sexual. Así que lentamente el pene se retira, se apartan con cuidado esperando que quizás sea conveniente incluir la cuenta de la lavandería para esas pobres sábanas. Ja. Nada de eso. Todo sucedió de la forma más discreta, con apenas unas pocas muestras y un olor ligeramente ácido, dulce y hasta agradable para él. En ...