Bienvenida a mi vida
Fecha: 07/07/2022,
Categorías:
Transexuales
Autor: GenovevaSexy, Fuente: CuentoRelatos
“¿Qué tal si hacemos más interesante la apuesta?”, dijo barajeando con ambas manos los naipes sin verlos y enfrentándome con la mirada y continuó: “Si pierdes, no podrás negarte a lo que te pida; y, si ganas, te llevas el dinero de todos”.
Yo no podía perder, tenía 3 reinas y un par de 8. Mis tres compañeros de estudios me miraban esperando mi respuesta, mientras nuestro profesor, que a la vez era nuestro anfitrión en su casa, seguía barajeando su mano de cartas.
“Hecho” le dije convencido y destape sobre la mesa mis barajas.
Mis compañeros se asombraron. El profesor cambió su semblante, se rascó la cabeza y recuperó su sonrisa.
“No creo que tus reinas le ganen a mi escalera” dijo mostrando sus naipes y continuó “Bueno, no te vayas”, dijo mientras se levantó de la mesa y fue a otra habitación. Yo estaba sorprendido y destrozado. Me había ganado la emoción.
El profesor regresó con un par de zapatos. Eran unas sandalias clásicas de color negro, un pequeño tacón, no muy alto, con una tira para pasar sobre los dedos y unas cintas que con una hebilla ajustaban el tobillo por delante y por detrás.
“Póntelos” me dijo.
“¿Qué?” exclamé indignado “¡Esos son zapatos de mujer!”, no me los voy a poner.
“Las deudas de juego son deudas de honor”, afirmó.
Mis compañeros bajaron la mirada, evitándome.
“Con permiso”, le dije, “esos juegos no me gustan” y salí de su casa sorprendido por la propuesta.
“Vamos a ver si tus padres estarán de acuerdo con que ...
... pierdas tu clase por no honrar tu palabra” alcancé a escuchar mientras cerraba la puerta.
La verdad me asusté, no iba muy bien en esa clase y esa era la principal razón por la que intentaba “ganarme” la amistad del profesor yendo a jugar naipes a su casa aquel viernes por la tarde.
Pasé la noche en vela preocupado y ya noche decidí llamarlo.
“Sabía que llamarías”, me contestó al teléfono. “Te perdonaré la deuda, pero con intereses, si te parece ven mañana por la mañana, te espero a las 9:00”, sentenció.
Cuando llegué a su casa el sábado por la mañana comenzamos una charla amena en su sala, nos reímos como dos buenos amigos.
“Bueno, llegó la hora”, me interrumpió tomando una bolsa que tenía al lado del sillón. Sacó un vestido corto rojo con adornos de flores y en forma de campana y las sandalias que me había mostrado ayer. “allí está el baño, entra y quiero verte salir solo con este vestido y viéndote los pies en estos bonitos tacones”.
Quise alegar algo, pero continuó: “no te vayas a resistir, ya sabes que te puede ir mal en la clase si no me cumples”.
Sentí miedo, pero el miedo de perder la materia lo era más. Entré al baño, me desnudé. Lo que estaba haciendo iba contra todo lo que sentía que era correcto. Me puse el vestido y sentí una rara, agradable, sensual y excitante sensación. Respiraba agitado. Cuando metí el pie en la sandalia, mi miembro me dio una punzada, se comenzó a poner duro. Amarré el cincho de la cinta y me sentí mejor. Me calcé la otra y la ...