Streptease
Fecha: 13/07/2022,
Categorías:
Fetichismo
Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos
Un par de copas mas tarde se atenuaron las luces del local y de detrás de una cortina, al fondo, salió un joven.
Era un chico guapo, atlético y moreno, en sus rasgos se adivinaban trazas de algo mestizo o sudamericano. Cuando se quitó la camiseta al ritmo de la música nos dejó ver a todos los hambrientos machos que allí estábamos su musculoso pecho.
Luego empezó a repartir el pringue en las manos de los que estábamos en las primeras filas y unos cuantos pudimos masajear sus poderosos músculos cada vez que se acercaba.
Alguno intentaba bajar sus manos por el vientre plano hasta los ajustados pantalones de lycra que todavía tenía puestos. Poco le iban a durar. Trataban de acariciar lo que se adivinaba, su poderoso rabo, por encima de la fina tela. Volvió al escenario el tiempo justo para quitarse el resto de la ropa al ritmo de la música.
Comenzó a acariciarse los genitales que ya empezaban a delatar su excitación junto a la nuestra. Las nalgas prietas y duras, brillantes por el aceite, que yo me moría por morder, y abrir para poder lamer comer su ano.
Su polla se iba poniendo dura, en cuestión de segundos apuntaba al techo y la mira lo hubiera hecho de no seguir encerrada en mis vaqueros.
Volvió a bajar de la tarima y se acercó a nosotros, su ferviente público. Los mas atrevidos le cogían la polla y se la acariciaban con las manos, le cogían los huevos o le tocaban el ansiado culo, alguno de pie junto a las columnas del local intentaba besarlo.
Poco a ...
... poco la excitación que sentía en mi cabeza bajaba a mis genitales al mismo ritmo con el que él se iba acercando a mí.
Todavía teníamos la botella de aceite de masaje circulando entre nosotros. Pero cuando llegó a mi altura volví a acariciar su pecho con suavidad, pellizcando uno de sus pezones, pasando a su cintura, con mi mano en la espalda lo retuve unos segundos. Me agaché deprisa, le cogí el rabo con la mano y me metí el glande en la boca para darle un par de rápidas lamidas.
Se separó de mí, continuando su ronda entre los demás clientes, algunos lo acariciaron de nuevo pero desde luego nadie se atrevió ya a tanto como yo.
Su polla se erguía desafiante y su culo redondo y firme cuando se dio la vuelta para marchar evocaba visiones de colinas por explorar.
Seguí tomando mi copa junto a la barra, como si nada, escuchando ausente los comentarios que me felicitaban por mi atrevimiento con el chico, sabiendo que ellos querían haber hecho lo que hice yo.
Otros los que por exactamente las mismas razones me reprochaban y miraban mal.
Al cabo de un rato el chico ya vestido, de paisano y no para un nuevo show, salió del camerino por llamar así al pequeño cuartucho donde se cambiaban y vino directamente hacia mí. Supongo que mi acción había llamado su atención.
-¡hola! Me llamo Mario. Me dijo.
-Y yo Juan. Le contesté.
-quiero conocerte mejor.
Respondió y le invité a mi casa.
Nada mas dejar el local donde sentí las envidiosas miradas de todo el mundo ...