1. Adictas al embarazo


    Fecha: 05/08/2022, Categorías: Incesto Autor: 535xz, Fuente: CuentoRelatos

    ... lo sacaran de esa gruta que ya le pertenecía. Sin embargo, el descontrol de sus propias caderas, y la intensa explosión de sensaciones e hipersensibilidad, la llevaron a perder el contacto, sus glúteos y piernas ya no la obedecían, había algo en su interior más fuerte que le hacía perder toda respuesta motriz, el éxtasis era tal, que le hizo perder el conocimiento mientras lanzaba un chorro líquido por su concha.
    
    Se derrumbó junto a ella, y a pesar de no estar consciente, varios de sus músculos tremolaban casi fantasmagóricamente.
    
    Pasaron unos minutos y volvió en sí. Leo trataba de tocar su panocha encharcada, pero cada que lo intentaba instantáneamente su pelvis se contraía en un espasmo huyendo del contacto. Estaba hipersensible, babeaba un poco, y todo el maquillaje que se había aplicado se encontraba corrido en todo su rostro. Al ver las reacciones que tenía, no le quedó de otra que conformarse con caricias leves sobre sus erectos y también hipersensibles pezones, sobre su piel, sobre su rostro y cabello.
    
    Afuera de la habitación, Clara estaba toda pegajosa de las piernas y panocha. Sus dedos se encontraban ahogados en flujo y su boca no podía detener la saliva que se le había escapado en su estruendosa venida. Fue una suerte que los sentidos de su madre e hijo se encontraran completamente obnubilados por su propia corrida y no escucharan el agudo chillido de ella, esfuerzo casi infructífero de querer ahogar un sonoro grito de su placentera acabada.
    
    Se fue a ...
    ... su habitación graciosamente, pues caminaba todavía con las pantys en sus muslos, parecía que cada fuerza restante en su cuerpo se le iba en huir de la escena antes de ser descubierta.
    
    Despertó a las nueve de la mañana, se oían voces provenientes de la planta baja, se levantó y vistió con una bata gruesa que utilizaba para el invierno. Se sentía sucia y pegajosa, pero sobre todo, a donde se dirigiera la seguía el olor inconfundible a concha, a hembra recién corrida.
    
    Quiso meterse a bañar ates de bajar, pero el rechinar de la puerta del baño la delató. Inmediatamente la voz de su madre le pedía que bajara sin dilación.
    
    -Clara, hija. ¿Ya terminaste las declaraciones de la señora Pérez y de la abarrotera?
    
    -Sí mamá, están sobre la mesa del teléfono.
    
    -No las veo, baja antes de que entres al baño, necesito que me las des porque ya me voy a la secretaría.
    
    Para sus adentros, Clara recordaba las imágenes de la noche anterior, los sonidos y los olores embriagantes de sus sexos. En voz baja, casi entre dientes, enojada y temerosa de que pudieran descubrir su espionaje, se decía: “Que te las dé, bien que le diste las nalgas a mi niño y encima...”
    
    Bajo lentamente, pero tuvo que apurarse ante la arenga de su madre que la apuraba en la puerta de salida.
    
    Pasó por enfrente de Leonardo y se abocó en la búsqueda de los papeles. Sabía que los había dejado en esa mesa, pero tampoco los encontraba. No podía ser, todo su trabajo y el dinero del mes estaba en esos papeles. ...
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