1. Cómo le enseñé a mi marido a sodomizarme


    Fecha: 06/08/2022, Categorías: Anal Autor: Mar1803, Fuente: CuentoRelatos

    ... emocionó bastante. “¿Pero sí me vas a chupar el tamalito?”, le pregunté. Él se molestó y me aclaró que no se vale una por otra. Me quedé pensando “Por eso tienes cuernos y con cada chupada que me dan te sale brillo en ellos” mientras veía su cara y me lo imaginaba con una cornamenta de alce. “No, era sólo una pregunta…” le contesté y volvimos a lo nuestro: “A la señora Irene, quien me vende lociones cremas y demás menjurjes de belleza, me vendió un aceite que se usa como lubricante en las relaciones anales.
    
    Me advirtió que la primera vez duele un poco y que previamente se debe dilatar el ano con los dedos. No le conté lo que me hiciste aquella vez que llegaste borracho. Me confesó que ella lo usa y le gusta cómo se siente. Te amo y quiero darte gusto, ¿quieres probarlo?”, le dije a mi marido. Él contestó que estaría encantado de sentir mis nalgas más cerquita y acordamos utilizarlo en la noche.
    
    Esa tarde me hice una ducha anal con la perita que compré en la farmacia, para que no me saliera caca cuando me cogiera mi marido, aunque mi amante dice que el exceso de lavado, sea anal o vaginal puede provocar infecciones. Nos pusimos a tomar unas cubas durante un par de horas y después nos fuimos a la cama donde nos llenamos de mimos. Me penetró en la vagina un rato, de misionero dándome unos ricos besos, pero aguantando no venirse; lo mismo pasó cuando le mamaba el pene mientras me ponía el lubricante, incrementando la cantidad de dedos y yo “me quejaba un poco cada vez ...
    ... que metía uno más.
    
    –Ya se pueden meter los tres dedos –me dijo sacando de mi boca su palo que lo veía más largo que el de mi amante.
    
    –Échate lubricante en la verga y métemela despacio –le ordené poniendo mis nalgas en alto.
    
    –¡Qué lindo culito tienes, mami! –exclamó intentando meterme la verga de un solo empujón y yo grite “¡Despacio que me duele!” aunque no era tan cierto.
    
    Mi marido lo fue metiendo poco a poco, a veces le decía “espera” y él se detenía. Le decía “Sigue otro poquito” y avanzaba en la penetración. Lo cierto es que yo lo disfrutaba y ya lo quería todo adentro, pero había que hacer la faramalla de que sentía dolor. Continuamos así hasta que sentí sus huevos en mis labios de la vagina en el último envión. Él se detuvo y luego empezó a moverse despacio, Sólo lo sacaba hasta la mitad y volvía a meterlo. Aumentó la frecuencia en el movimiento y yo veía en la luna del peinador su cara de satisfacción. ¡Cómo gozamos el “chaca-chaca”!
    
    –¡Me vengo, mamita! –gritó haciendo una mueca de placer que disparó mi orgasmo al sentir en mi interior el calor de su abundante venida.
    
    –¡Vente mucho, papacito! ¡Encúlame rico, aunque me duela! –le conteste en medio de mi orgasmo, el cual disfrutaba tremendamente y sin dolor alguno.
    
    Recargó su cuerpo en mí, transpirando sudor. Yo seguía en cuatro, soportando todo su peso, ¡pero feliz! Unos minutos más, sin sacarlo de mis entrañas, y aún con el palo tieso, se hincó nuevamente liberándome de su carga. “Ahora te daré la ...