Un buen regalo para mi mujer
Fecha: 13/08/2022,
Categorías:
Bisexuales
Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos
... para que te relajes para el fin de semana.
Salí por la puerta de mi casa con una sonrisa en los labios, una sonrisa de niño travieso.
Al rato recibí un whassup de Elisa.
- Y eso? Un masaje relajante? Y tan lejos?
- Me lo recomendaron y es buenísimo. Ya está pagado, solo tienes que ir.
- Ok. Esta noche te cuento como me ha ido. Me vendrá bien para empezar relajada el fin de semana.
- Disfrútalo cariño. - Le dije a mi mujer.
Pasaban las horas y me ponía más y más nervioso pensando en lo que estaría haciendo Elisa.
Mi mujer mientras tanto se había dado un baño, para empezar a relajarse, y después de secarse, se perfumo entera, no se dió crema porque supuso que el masajista la daría después aceite.
Se puso un vestido corto, ya que era verano y hacía calor. No llevaba tanga, en verano le gusta ir sin nada debajo y total suponía que luego se las tendría que quitar, así que ni siquiera se puso.
Cogió el coche y guiada por el gps llegó hasta la dirección indicada, aparcando casi en la misma puerta del salón de masajes.
Llamó a la puerta y un joven alto, delgado y un atractivo salió a su encuentro.
- Hola buenas tardes. Yo soy Miguel. - Y acercándose, le dió dos besos en la mejilla.
Elisa se extrañó de que le diera dos besos, pero los aceptó. El chico era un guapearas y después de todo la iba a tocar entera, ya que el masaje era relajante, Full Body y en tatami.
Si querer notó como su vagina se humedecía al sentir el contacto de esos ...
... labios. Pasaron a una habitación en la que solo había un tatami, rodeado por velas aromáticas. De fondo sonaba música relajante, Elisa la reconoció enseguida. Era Enigma, música new age muy sensual y excitante a la vez. El clima de la habitación era cuanto menos sugerente y propenso para un momento íntimo.
- Por favor. Desnúdate y túmbate boca abajo. - Le pidió Miguel a mi mujer, mientras preparaba los aceites y las toallas.
Elisa se tumbó boca abajo como le había pedido su masajista.
- Ahora cierra los ojos y relájate. Déjate llevar.
Mi mujer muy obediente, cerró los ojos y se dispuso a recibir un masaje relajante.
Miguel entonces abrió una puerta que daba a una habitación contigua, en esa habitación estaba yo desnudo esperando una señal. Salí a la habitación de tatami y me acerqué a mi mujer, sin decir nada, me unté las manos con aceite y frotándolas para extenderlo, las puse sobre los hombros de mi mujer. Noté su reacción, dió un respingo y sus piernas se entreabrieron como un acto reflejo. Seguí con movimientos circulares en su espalda para relajarla. Miguel se había sentado cerca de nosotros y con una mano se acariciaba su pollón, contemplando el espectáculo.
Mis manos se deslizaron por la espalda de mi mujer hasta sus nalgas. Empecé a amasar sus glúteos, a sobar su duro y tieso culito. Ella lo levantaba ofreciéndomelo todavía más, pensando que era Miguel el que lo hacía. Pasé a sus piernas, recorriéndolas sin prisa desde arriba hasta abajo y a la inversa. ...