1. Profesor enculado


    Fecha: 11/06/2018, Categorías: Infidelidad Autor: gordopilo, Fuente: CuentoRelatos

    Puesto que no creo que nadie vaya a investigar quién se oculta tras mi pseudónimo, no diré aquí ninguna falsedad.
    
    Tengo 40 años, trabajo como profesor de instituto y estoy gordo. Aunque soy musculoso, mis 110 kilos se notan más en mi panza y en mi trasero. A mí me gusta mi trasero. Es amplio y suave, sin pelo ni granos. Una raja larga y bien delineada y unas nalgas carnosas sin irregularidades.
    
    A mi culo le demuestro cuánto me gusta dándole lo que a él más le gusta: gruesos consoladores. Y también todo tipo de objetos, desde pelotas hasta mandos a distancia. Fotografío y grabo en vídeo mis sesiones de penetración. Después las veo con tranquilidad, repito las mejores escenas y me masturbo contemplando el espectáculo. Me excita ver a ese gordo penetrado, humillado y jadeante. Ese gordo soy yo, pero cuando soy el espectador imagino que es otra persona. Me gustaría ver a otra persona haciendo mis numeritos.
    
    Las sesiones de enculamiento son frecuentes, mi culo es un goloso. No solo me introduzco objetos en casa. En el instituto, voy al cuarto de aseo y me meto lo que tenga más a mano. También lo he hecho en el restaurante, en casa de algún amigo, en hoteles, en cines o donde me encuentre. Me he introducido objetos por el ano en la playa, en el campo, en la montaña, en la cuneta de la autopista, en la estación de ferrocarril o en unos grandes almacenes. A veces no hay nada mejor a mano y me meto una piedra redonda, o la pata de una silla. Puede ser una botellita de agua o ...
    ... una percha. La variedad es casi infinita. Y si el espacio lo permite, me paseo con el culo penetrado, contoneándome y diciendo mariconerías.
    
    Sin embargo, nunca me han metido una polla. Tampoco he chupado ninguna. Ni siquiera he tenido ninguna en la mano. Nunca le he hecho nada de esto a otro. Y no es que no lo haya pensado más de una vez. Lo que sucede es que no he encontrado ocasión ni me ha hecho falta.
    
    En la imaginación he chupado, me han penetrado, me han dado azotes y me han rebajado a esclavo sexual. Pero solo en la imaginación. A lo más que he llegado es a dejar que algún alumno me introduzca alguno de mis consoladores.
    
    La primera vez fue en un viaje de fin de curso. En el hotel de París tenía una habitación para mí solo, pero una noche un chico, llamó a la puerta. No abrí, pues estaba en plena faena, con un consolador en forma de polla vibrando en mi culo. Me encontraba en el cuarto de baño y tardé unos segundos en ponerme una toalla en la cintura. Me dejé el tronco de goma metido hasta dentro y fui a la puerta. Al abrir me preguntó si tenía una aspirina, que a su compañero de habitación le dolía la cabeza. Le dije que sí y cuando iba a sacar la caja de mi maleta, la toalla se deslizó y durante unos segundos mi culo quedó al descubierto. Me rehíce enseguida, le di la aspirina y se marchó sin decir nada. Yo seguí con mi mete-saca y no dejé de pensar en qué habría visto. Al día siguiente, en el desayuno, coincidimos en un pasillo, y con medias palabras me dio a ...
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