1. El profesor de natación


    Fecha: 25/08/2022, Categorías: Infidelidad Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    ... pantalones apretando su verga contra el muslo y salió de la habitación dejándola sola. Natalia pareció confusa por la marcha de Toni y permaneció sentada un rato en la camilla. Cuando volvió a la realidad se miró. Estaba hecha un desastre. Abrió las piernas y comprobó también el estado de su sexo. Después se llevó la mano derecha a la cara y lloró durante unos instantes, tapándose la cara. Nuevamente me quedé sin saber qué hacer, incapaz de descubrirme después de todo de lo que había sido testigo. Así que esperé, con el corazón encogido, mientras Natalia lloraba. Después se levantó, se limpió como pudo con la toalla, se puso el tanga, los pantalones, el top y la blusa y, aún gimoteando, salió corriendo de la sala de masaje.
    
    Los siguientes días fueron días silenciosos. Ni ella ni yo hablábamos más de lo imprescindible. Cuando llegaba la hora de dormir se ponía un pijama de pantalón largo en lugar de los shorts que acostumbraba a usar, me daba un beso de buenas noches y se giraba hacia su lado de la cama, de espaldas a mí. Durante esa semana yo repasaba una y otra vez las imágenes que de esa tarde habían quedado grabadas en mi memoria. Continuamente tenía flashes de los pechos de Natalia botando, de la tranca de Toni empalando a mi novia, de sus besos apasionados, del vientre de Natalia cubierto de esperma... Una noche, días después de todo aquello, me giré hacia ella en la cama acoplando mi cuerpo ...
    ... al suyo. A poner la mano derecha sobre su cadera noté su escalofrío. "¿Va todo bien?" pregunté acercando mi boca a su oído. Noté como se ponía tensa por momentos. En cambio yo, con la mente llena de visiones, notaba su cuerpo tan cercano y acariciable que me fue imposible evitar apretar mi polla ya erecta contra su culo. Poco a poco, sin que ella hiciera nada, le quité los pantalones de su pijama y me introduje en su húmedo coño. Apenas duré un minuto antes de correrme en su interior. Después, avergonzado y sin recibir ni un solo estímulo por su parte, me volví hacia mi lado de la cama e intenté quedarme dormido. Nueve meses después nació Irene, nuestra hija. Después de aquella noche en la que quizá la preñé, Natalia pareció relajarse un poco, pero en los siguientes meses apenas hicimos el amor un par de veces al mes y mal. Era frustrantemente evidente para mí que conmigo Natalia jamás tendría el sexo que tuvo con Toni. De todas formas Natalia dejó de ir a la piscina y cuando, meses después, yo me acerqué por el gimnasio con curiosidad me informaron de que Toni ya no iba por allí: “Ahora va al Centro de Alto Rendimiento. Es un figura”, me dijo el utillero. No creo que volvieran a verse y tampoco que Natalia me volviera a poner los cuernos. Al final todo quedó en un episodio de nuestras vidas del que ninguno de los dos jamás habló al otro pero que arrastramos durante años de rutinaria vida de pareja. 
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