1. Un paseo por el muelle, la solución a mi crisis de los 40.


    Fecha: 28/08/2022, Categorías: Voyerismo Autor: frida, Fuente: RelatosEróticos

    ... andaba dirección a esos machos marineros, bailaban con un descompás hipnotizante que hiciera caer rendidos a sus pies a su paso. Yo a lo lejos y viendo ese panorama me preguntaba cómo podía ella tener esa crisis de autoestima baja con lo buenísima que estaba.
    
    Las primeras miradas y comentarios lascivos no se hicieron de rogar y mientras ella zorreaba al andar moviendo incluso de manera más acusada sus caderas volvía loco a todo macho con que se cruzaba
    
    y créanme que launa hembra en el lugar era ella que yo pudiera identificar.
    
    Esos fueron algunos de los improperios que llegué a entender desde la lejanía ante la sonrisa pícara de mi mujer, mi plan estaba dando resultado y ella volvía a sentirse deseada, como buena zorra que se precie, a toda mujer le gusta sentirse así y mientras yo disimulaba mi erección a duras penas pues el ambiente aquel me puso muy caliente y deseoso de más y mi esposa no me defraudó por lo que ocurrió casi al acabar el final del trayecto del muelle.
    
    Vi como un marinero de unos 30 años, pese a su oficio y lo duro que es bien conservado y un aspecto por así llamarlo cuidado, rubio y bien parecido, estaba sólo y cosiendo unas redes y mi mujer se paró a charlar con él. Yo a lo lejos igual me paré y desde una distancia prudente vi cómo esa charla a medida que pasaban los minutos era más cordial y afectiva, mi ataque de cuernos y celos iba considerablemente en aumento al igual que mi erección que apenas la dominaba cuando el marinero se puso en pie ...
    ... para seguir esa charla pero a una distancia demasiado cercana como para no tener confianza con alguien que acabas de conocer. La cachondez le pudo a mi esposa y ese objetivo de follar con ese marinero era algo irremediable y de repente vi como ambos empezaron un
    
    juego de miradas y mi mujer le rodeó sus manos por su pelo rubio plantándole un beso en la boca justo como el que minutos antes me dio a mí.
    
    El marinero, la tomó de la mano y justo a dónde mismo estaba la metió en una especie de cuarto intuyo el lugar para guardar todos sus aparejos de pesca para tener más intimidad y poder consumar y apagar el fuego sexual de ambos. Fue mi día de suerte o estaba hecho para que fuese así, lo cierto es que cuando me aproximé a ese cuarto tan solo veía la puerta cerrada a cal y canto pero justo al doblar la esquina del citado cuarto tuve la suerte de mi lado, era un callejón sin salida, pequeño de unos cuatro o cinco metros , estrecho, bastante sucio pero con un ventanal igualmente con mucho polvo pero con partes donde el cristal estaba roto y perfectamente podía ver lo que ocurría allí y escucharlo también si miedo a ser descubierto por otros marineros ya que era por así decirlo el último hangar o local del citado muelle.
    
    No me equivoqué en nada, el lugar era un sitio también algo sucio y llenos de aparejos de pesca y sí, para esa altura de la película por así llamarlo, mi mujer y el marinero ya estaban en plena faena. No había tardado yo en llegar ni dos minutos desde que se ...