1. Bendito entre las mujeres


    Fecha: 08/09/2022, Categorías: Voyerismo Autor: Arandi, Fuente: CuentoRelatos

    ... par de cámaras escondidas que me mandarían su imagen directo a mi computadora, en mi recámara, desde donde podría ver lo que ocurría en la sala. Iba a ser testigo de lo que aquella noche iba a pasar entre aquellas chicas y esos machos contratados.
    
    En la pantalla pude ver cómo las chicas fueron llegando. Mi hermana apenas si les pudo abrir y no las atendió más pues estaba muy mal de su estómago; la pobre.
    
    Verlas alegres me ponía a mí más aún. Bien sabía lo que esa noche deseaban las muy perversas. Pensar que mi propia madre les tenía tanta confianza, si viera, esas sonrisas angelicales enmascaraban a todas unas diablillas tremendas.
    
    Cuando llegaron los dos machos esperados las muy licenciosas aparentaron inocencia pero sus sonrisas evidenciaban lo que en realidad deseaban.
    
    El show, como suele ser, comenzó con los bailes de cada uno de ellos. Prácticamente les embarraban en la cara y por todo el cuerpo el paquete que debajo de apretada tanga traían entre sus muslos aquellos dos profesionales. Yo me tallaba mi propia hombría deseando ser uno de ellos quienes las hacían como querían. Las amigas de Jessica se descosían demostrando de lo que verdaderamente estaban hechas. Parecían dominadas por las hormonas a tal punto que a mi juicio exponían su necesidad de que se las cogieran con la puritita actitud que exhibían. Las desconocí de plano.
    
    En ese instante me pregunté qué hubiese hecho mi hermana si es que hubiese estado presente.
    
    Pasados varios minutos de su ...
    ... show introductorio el tono de la fiesta se elevó hasta el punto de que ellos sacaron sus largos falos a relucir. Yo no sé cómo los lograban tener así, de verdad que en ese tiempo me sorprendieron, eran demasiado largos y gruesos. Pensé que sería cosa de operación o alguna intervención, pastillas o algo, pues no me parecían normales, además como los podían mantener todo el tiempo vigorosos. Las chicas aullaron como bestias en brama encantadas. Más de una se les arrodillo solícitas. La más atrevida tomo la hombría por propia mano y lo talló como toda una experta.
    
    Yo me la seguía chaqueteando mientras veía la depravación total en las amigas de mi hermana, aquellas con las que solía intercambiar alguna plática, o les daba el habitual beso en la mejilla al saludarlas, en ese momento estaban deseosas de hombre a tal grado que parecían rogar porque ahí mismo se las cogieran, ahí en plena sala de mi casa. Qué romanticismo ni qué nada.
    
    Uno de los hombres dijo: “¿Qué, quieren su lechita?”.
    
    Algunas asintieron; otras se sonrojaron y voltearon la cara llenas de vergüenza, aunque riendo sin cortarse del asunto.
    
    “Sí, siempre que la traigas bien calientita”, contestó la más atrevida, Ileana Zuleyma, una cabrona bien calentona quien era la que lo traía bien agarrado de allí, ya de por sí, y que no dejaba de darle sus buenos jalones como si de por sí ya lo estuviera ordeñando.
    
    Uno de aquellos dos dio una orden: “¡Pues ’ora, voltéense y pónganse en cuatro!”
    
    Luego el muy cabrón ...