1. Dulce incesto con mi tía


    Fecha: 12/06/2018, Categorías: Incesto Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    Actualmente tengo 32 años.La verdad es que siendo adolescente, me empezó a atraer mi tía. Ella era bajita, 152 cm, algo rellenita, grandes pechos,media melena color castaño oscuro, rizado, una narizita pequeña, y aunque sus labios podrían ser más carnosos, en definitiva, una carita dulce que me gustaba. Y también prefiero este tipo de cuerpo al de la típica chica más estilizada; y es obvio que no soy el único. Cuando yo tenía 13 años, ella tenía 35, y accidentalmente le vi los pechos, porque ella se cambió con la puerta abierta, pensando que todos estábamos en el jardín, y yo pasé por allí. Enseguida di media vuelta, pero ya había podido ver esos pechotes. Con la ropa puesta ya se intuían, pero verselos desnudos, buf. Antes me habái masturbado sin correrme, y gracias a esa imagen, me corrí por primera vez. En alguna ocasión que nos quedábamos solos, me daban ganas de besarla, pero no me atrevía. Me daba miedo cómo pudiera reaccionar ella y sobretodo que se enterara mi familia. A los 17, en la típica comida navideña, no recuerdo bien que conversación surgió, pero fue algo de si yo tenía novia; ella dijo: seguro que tienes novia, con lo guapo que eres. Viniendo de una pariente, no era como para darle mayor importancia, pero la verdad que me sentí halagado. Llegó el verano y cumplí 18, Ella tenía 40, pero aparentaba menos. Era cosa de familia, todos aparentábamos menos, y yo parecía un niño. Fuimos a un balneario al que ya habíamos ido anteriormente. Un día nos quedamos solos, ...
    ... y se me ocurrió decirle si quería ir conmmigo a las bañeras termales privadas. No sabía muy bien qué me respondería, pues nunca me había bañado con ella; sólo lo había hecho con mi padre, madre y hermano. Pero me respondió que sí con toda normalidad. Al fin y al cabo somos familia. Fuimos, y nos desnudamos. Esta vez no iba a ver sólo sus pechos. Miramos nuestros cuerpos desnudos, pero de manera normal, sin nada sospechoso. Ella con sus tetorras, su chochito peludito, lo cual me encantó, y su culito gordito. No tuve una erección por los nervios que aún afloraban, y tampoco hubiera sido bueno tenerla tan pronto. Nos sentamos en la bañera. Dejé pasar un par de minutos, y el corazón me iba a mil. Era el momento de hacer aquello a lo que no me había atrevido, sin temer las consecuencias. Empecé por darle un beso en la mejilla. Antes sólo le había dado los dos besos habituales. Yo no era muy besucón con amigas y familiares. Ella sonrió, aunque algo extrañada. Inmediatamente besé la comisura de sus labios, para llegar de lleno a su boca, mientras con la mano acariciaba su pelo. Ella no entreabrió la boca para devolverme el beso. Se hizo un silencio incómodo. Sabía que ella sólo dudaba por no verlo como algo correcto, pero que tenía tantas ganos como yo; así que rompí el silencio diciendo: tata, te quiero, y lanzandome otra vez a por sus labios. Esta vez ella sí respondío, y fue un beso largo. !Qué dulce! Luego volví a besar su mejilla, pasé por el cuello y llegué a sus tetas. Las ...
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