1. La mamá de Joaquín


    Fecha: 16/09/2022, Categorías: Infidelidad Autor: Gabriel B, Fuente: CuentoRelatos

    ... tres o cuatro bien puestas, pero en esa siento que me agarran de los brazos. Eran los hijos de puta del Turco y El Mauri. Y claro, si de a uno no podían los cagones.
    
    El tipo de los tatuajes se me vino recaliente. Yo me traté de zafar, pero solo pude lograr que el Turco, que era más flaco y tenía menos fuerza, o era más cagón, o que se yo, me soltara el brazo. Pero otra vez era tarde. El otro ya estaba encima de mí. Me agarró de la ropa y se ensañó con mi cabeza. Me dio con el puño cerrado, sin asco. Me dolía y me sentía mareado. A esa hora ya debería haber estado metiéndosela hasta por las orejas a la Andrea, pero me estaban dando alta paliza esos giles.
    
    Cuando caí al piso me cagaron a patadas en la panza y en los brazos. Todavía tengo moretones. No sé si alguien habrá saltado por mí o qué, porque si fuera por ese loco, me terminaba matando. La cosa es que desperté después de un montón de tiempo en el hospital. Tenía un brazo enyesado y me dolía todo el cuerpo. No sé de cómo no perdí un diente con la primera piña que me comí. Estuve una semana internado y ahora en reposo en casa. Nunca extrañé tanto la escuela, la puta madre. Y a la Andrea. La vi sólo tres veces, pero cómo extrañaba a esa mina. Nunca en la vida me sentí tan solo y tan débil. ¡La puta madre que los parió a todos!
    
    Andrea
    
    Me gustó que fuera a mi casa a buscarme. A mí también me empezaban a dar ganas de estar de nuevo con él. Me escucho decir esas palabras y siento que estoy perdiendo la cordura, ...
    ... pero es así. De todas formas, ni loca iba a hacer algo con él mientras Rubén dormía en el cuarto. Creo que ese límite jamás lo pasaría, aunque también es cierto que ya pasé varios límites que nunca creí que pasaría. Así que le pedí que por favor se fuera, insinuando la posibilidad de un futuro encuentro, pero sin prometerle nada.
    
    Pensé en darle mi teléfono, para que me llame cuando ni Rubén ni Joaco estuvieran en casa. Pero ya estaba jugando demasiado con fuego, no era sensato agregar más riesgo a una situación ya de por sí riesgosa.
    
    Varios días después de ese primer encuentro, todavía sentía como si su sexo estuviese adentro mío. Cada vez que recordaba la manera brusca y vehemente con la que me acariciaba; y la energía salvaje con la que me penetraba, mi ropa interior se empapaba.
    
    No sé en qué momento sentía más vergüenza y asco de mí misma: cuando veía a Rubén, totalmente perdido en su melancolía, como sucede desde que caímos en desgracia, o cuando le doy una afectuoso beso en la mejilla a Joaquín. No pasa día sin que me sienta una persona insignificante y traicionera. Y no pasa día en que desee repetir la traición.
    
    Pero sentirme tan miserable iba acompañado de una extraña sensación de libertad. Si bien me estaba metiendo en una maraña de engaños y mentiras de la que sería difícil salir, también sentía que comenzaba a conocerme a mí misma.
    
    La mujer de ética intachable, que sabía con exactitud lo que quería para su vida, que tenía en claro lo que estaba bien y lo ...
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