1. La mamá de Joaquín


    Fecha: 16/09/2022, Categorías: Infidelidad Autor: Gabriel B, Fuente: CuentoRelatos

    ... intenso.
    
    Yo miraba su cabeza subir y bajar mientras me la mamaba. Su brazo, flexionado, parecía sacar músculo mientras me pajeaba. Acaricié esa cabellera revoltosa que tanto me gustaba. Le corrí el mechón de pelo que cubría su cara, para poder verla. Sus labios finos devoraban mi pija. Ella parecía estar disfrutándolo tanto como yo.
    
    Creo que no duré ni diez minutos.
    
    —Voy a acabar. —le avisé. Y como no pareció haber escuchado, lo repetí —: Voy a acabar.
    
    Ella asintió con la cabeza, como diciendo que ya estaba lista para recibir mi eyaculación. Se sintió como una explosión. Pero una explosión hermosa. Mi leche saltó y salpicó su cara. Algunas gotas cayeron adentro de su boca, y otras quedaron pegadas a su piel. Nunca había visto nada tan hermoso como la cara de Agustina bañada en leche.
    
    Se limpió con papel. La abracé, como si se lo estuviera agradeciendo.
    
    —¿Me vas a decir por qué no te animás a hacer algo más? —le pregunté.
    
    —Hoy no. — me respondió.
    
    La abracé más fuerte. Empezaba a sospechar el motivo por el que se negaba a coger, y me dieron unas ganas tremendas de cuidarla y de protegerla de todo.
    
    Creo que me estoy enamorando.
    
    Pitu
    
    —Eh pitu hay una señora que te busca. —me dijo el Esteban.
    
    Yo estaba en la cama. Eran como las cuatro de la tarde, pero desde la paliza que duermo a cualquier hora.
    
    —¿La hago pasar acá? —me preguntó el boludo del Esteban.
    
    —Acá no salame, ¿no ves el desastre que es este cuarto?
    
    —Eh bueno, háblame bien ...
    ... gil. — me dijo.
    
    —Eh bueno, dale, decile que me espere abajo.
    
    No sabía quién era, pero esperaba que fuera ella.
    
    —Mi hijo no pudo traerte los apuntes de la clase que te perdiste, así que te los traje yo.
    
    La que habló era una mina infernal de pelo negro. Sus ojos, zarpados en azules me miraban, corte, seguime la corriente. Llevaba una pollerita blanca con rayitas negras, bien ajustadita, y una camisa blanca. Tremenda perra hermosa esta Andrea.
    
    El Esteban la miraba de arriba abajo, rascándose la cara y con los ojos como huevos. Me parece que nunca vio un camión así, excepto en la tele. La vieja estaba en capital limpiando unas oficinas, así que me lo tenía que sacar de encima a mi hermanito y listo.
    
    —Eh Este. ¿Por qué no vas a comprar la comida para lo noche? Ahí mamá dejó la plata. Y después pasá por lo de don Ricardo para preguntarle cuándo va a estar mi bici.
    
    —Eh yo no soy tu mulo eh. —se quejó el pibe.
    
    Lo quiero mucho, encima, desde que me cagaron a piñas se lo notaba re preocupado y re caliente, corte, que quería matar al que me pegó. Pero en ese momento lo quise matar yo.
    
    —Dale Wachín, después me pago unas birras.
    
    El bobo la miró a la Andrea, como dándose cuenta de que me quería quedar sólo con ella.
    
    —Es mucho para vos, gil. —me dijo, y se fue cagándose de risa.
    
    Al toque que se fue la agarré de la cintura. Que finita era esa cinturita, por favor.
    
    —No sabés cómo te extrañé mamita. — le dije.
    
    —¿Cuánto va a tardar tu hermano? — me ...
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